El Jefe de Atelier Tan Despistado
Vol. 2 Capítulo 1. La Bomba del Margrave y el Huevo de Kurt Parte 2
—¡Señorita Yulishia, Señorita Liese, ya ha nacido!
Escuchamos la voz de Kurt llamándonos a mí y a Liese.
¿Finalmente había nacido? ¿Sería un demonio o una serpiente?
Pero… ¿por qué?
La voz de Kurt sonaba más confundida que feliz.
¿Acaso no se trataba de un polluelo?
Con el corazón decidido, nos dirigimos al patio trasero donde estaba Kurt.
Y al llegar allí… nos quedamos sin palabras.
—Kurt, eso…
—Sir Kurt, eso no será…
Lo que Kurt sostenía en brazos era una niña pequeña, de unos tres años.
Y además, era increíblemente parecida a él.
No podía ser… no podía ser…
—¡¿Nació una hija de Sir Kuuuuuurt?!
—¡¿Nació una hija de Kuuuuuurt?!
Las dos lo dijimos a la vez.
—¡No es asíííí!
Por una vez, la voz de Kurt retumbó fuerte por el patio trasero.
……Existen varios tipos de monstruos capaces de tomar forma humana.
Por ejemplo, el demonio superior que derrotamos hace poco. Se dice que los demonios de rango medio en adelante pueden adoptar apariencia humana.
Incluso algunos demonios menores, como los súcubos, que ya de por sí tienen formas similares a las humanas, pueden transformarse completamente.
Sin embargo, no es común que un monstruo o demonio recién nacido adopte forma humana.
Aunque se trate de un demonio, justo después de nacer su poder mágico aún no está estabilizado, así que cambiar de forma no es algo sencillo.
—Entonces, ¿qué se supone que es esta niña? —Kurt acarició la cabeza de la pequeña que dormía sobre sus rodillas mientras hacía la pregunta.
Quizá porque le daba una sensación de seguridad, la niña dormía plácidamente, usando la ropa de Kurt como si fuera su manta.
Por supuesto, nunca se había escuchado de un niño humano naciendo de un huevo.
Pero entonces, recordé una historia…
—¿Conocen la historia del sexto polluelo?
Cuando pregunté, tanto Kurt como Liese negaron con la cabeza.
Así que comencé a contarla.
En el jardín de un hombre, un ave había hecho su nido y puso huevos: cinco en total.
El hombre esperaba con ilusión el nacimiento de cinco polluelos. Pero en algún momento, los huevos aumentaron a seis.
Y al final, nacieron seis polluelos.
La madre ave llevaba diligentemente comida a sus crías.
El hombre se había olvidado por completo de que los huevos habían aumentado, pero lo notó…
Notó que uno de los polluelos no crecía en absoluto.
¿Estaría enfermo de alguna cosa?
Eso pensó el hombre, pero el polluelo más pequeño comía con mucho ánimo y parecía lleno de energía.
Pasaron los años, y llegó la temporada en la que los pájaros abandonan el nido.
Los cinco polluelos habían crecido sanos y fuertes. Sin embargo, ese pequeño polluelo seguía sin mostrar señal alguna de crecimiento.
Un día, tanto los padres como los cinco hijos se marcharon del nido, dejando solo al pequeño polluelo.
El hombre, sintiendo lástima por la criatura abandonada, decidió acogerlo en su casa. Subió una escalera para asomarse al interior del nido.
Lo que encontró fue al mismo pequeño polluelo de siempre… y una gran cantidad de plumas teñidas de sangre.
Fue entonces cuando el hombre lo comprendió: los otros pájaros no se habían ido por su cuenta… habían sido devorados por ese pequeño polluelo.
Preso del pánico, bajó corriendo de la escalera y lanzó una rama encendida al nido.
Las llamas se propagaron rápidamente y envolvieron al pequeño polluelo… Y en ese momento, el hombre escuchó un sonido. No era el grito de un ave ni el rugido de una bestia… era una voz extraña, completamente distinta.
Al final, nadie sabía qué era realmente ese polluelo, ni siquiera si aquella historia era cierta o no.
Cuando terminé de contarla, como era de esperarse, un silencio pesado se apoderó del lugar.
—Entonces, ¿quieres decir que esta niña es un monstruo y que nos matará, Señorita Yulishia? —preguntó Kurt con tono preocupado.
—No sé si nos matará o no… pero al menos, sí está claro que no es una niña común y corriente. Incluso tú lo entiendes, ¿verdad, Kurt? De un huevo no nace un niño humano.
Además, ni siquiera tenía sentido que algo tan grande naciera de un huevo de ave acuática.
Quería ver con mis propios ojos cómo había nacido. Deseaba haber presenciado ese instante.
—Sí, lo entiendo, —asintió Kurt.
—¿Podría ser que esta niña reconociera como padre o madre a quien la ayudó a salir del cascarón, y por eso naciera con una forma parecida a la de esa persona?
—Probablemente… de lo contrario, no habría forma de explicar que se parezca tanto a ti.
Entre las aves existen especies que practican el «parasitismo de puesta»: ponen sus huevos en los nidos de otras aves y dejan que estas críen a sus polluelos.
De cualquier forma, usar a otros para beneficio propio me parecía una conducta despreciable.
—Pero aún no está confirmado que esta niña sea un monstruo malvado, ¿cierto…? Señorita Yulishia, Señorita Liese, por favor… déjenme criarla.
—¿Hablas en serio, Kurt? Sabes que eso es imposible. Lo siento, pero yo… mataré a esta niña. —Dicho eso, desenfundé la espada de mi cintura… Fue entonces cuando ocurrió.
La niña, que dormía sobre las rodillas de Kurt, se dio la vuelta en sueños.
Su rostro dormido, tan inocente, conservaba los rasgos de Kurt… Realmente parecía su hija. Y si algún día yo tuviera un hijo con Kurt… ¿Pero qué estoy pensando?
Esa niña era un monstruo. Aunque fuera hija mía y de Kurt, seguiría siendo un monstruo; y si quería proteger la vida de Kurt, debía matarla.
—Sir Kurt y tú no tuvieron una hija, Srta. Yuli, —dijo Liese con calma.
—¡No leas mi mente, Liese! —repliqué, intentando calmar mi respiración.
Lo siento, Kurt. Aunque me odies, si con eso puedo protegerte…
—…¿Mami?
La niña abrió lentamente los ojos y murmuró.
Mami… ¿Acababa de llamarme mami?
No podía… No podía matarla.
—¡Srta. Yuli! ¿¡Lo escuchó!? ¡Acaba de decirme mami!
—E-estás equivocada, Liese. ¡Me lo dijo a mí! ¡Y no cederé la custodia de esta niña!
Mientras decía cosas sin sentido, acabé discutiendo con Liese como si fuéramos dos madres celosas.
◇◆◇◆◇
Una niña nacida de un huevo.
Tras despertar, jugó con nosotros tres —la Señorita Yulishia y la Señorita Liese y yo— y luego, tras comer, cayó rendida en una siesta.
Durante ese tiempo, decidimos su nombre.
—Dado que es hija de Kurt y mía, ¿qué les parece si la llamamos «Kurli», de «Kurt» y «Liese»? Es un nombre muy lindo, ¿no creen?
La Señorita Liese miraba a la pequeña dormida con expresión soñadora.
Kurli … La verdad, era un nombre bastante adorable.
Justo cuando pensaba eso, la Señorita Yulishia, sin querer quedarse atrás, hizo su propia propuesta.
—Oye, Liese. Esta niña también es mi hija, ¿sabes? …Ya sé, ¿por qué no usamos mi nombre y la llamamos Yukuli? Mira, también incluye parte del tuyo.
Yukuli, ¿eh? Ese nombre también sonaba muy tierno.
—Srta. Yuli, ¿no será que ese «li» de Yukuri no viene de mi nombre, sino que en realidad es el «ku» de Kurt metido en el suyo?
—No-no sé de qué estás hablando…
La Señorita Yulishia desvió la mirada hacia un punto en el horizonte al decirlo.
Parecía que lo que decía la Señorita Liese era cierto.
—Entonces… ¿qué tal «Yulise», combinando sus nombres?
—¡Eso no sirve porque no incluye el nombre de Kurt!
—¡Eso no sirve porque no incluye el nombre de Sir Kurt!
Replicaron ambas al unísono.
…Eeh, ¿de verdad le daban tanta importancia a eso?
Yo era quien había dicho: «Si no hay un lazo de sangre, al menos quiero que haya uno en el nombre».
Y ahora me estaba arrepintiendo un poco.
—De hecho, ¿por qué el nombre de la Srta. Yuli va primero en Yukuli? Si es así, «Kuliyu»… no, suena raro. ¿Qué tal «Kru»? Es bonito, y además incluye las letras iniciales de todos.
—¡No trates mi nombre como si fuera un adorno!
—Vamos, no está tan mal…
—¡¡Sí lo está!!
Ah, otra vez empezaban a pelear.
—Señorita Liese, Señorita Yulishia, por favor, no se peleen…
Justo cuando iba a intervenir, la niña, cuyo nombre aún no habíamos decidido, hizo un pequeño sonido:
—Mmm…
¿La habríamos despertado?
Todos guardamos silencio.
—…Papi… Mami Yuri… Mami Liese …
¿Estaría soñando?
Al ver que nos llamaba de esa manera, nos miramos unos a otros, sorprendidos.
—Srta. Yuli, te cedo la primera letra. Mi nombre puede ir al final.
—No, mejor que mi letra vaya al final. Perdón por enojarme…
Qué alivio. Al final, hicieron las paces.
Fue esta niña la que logró unirnos de verdad.
—Oigan, ¿qué les parecería si le ponemos Akuri de nombre?
—¿Akuri? ¿No era esa una palabra de la antigua civilización Laplace que significa «borde»? No creo que sea adecuado, considerando que esta niña está justo en el centro de todo lo que compartimos nosotros.
Como era de esperarse, la Señorita Liese sabía esas cosas.
—Sí, borde es una de las acepciones, pero también significa lado o arista de figuras como cuadrados o triángulos. Pensé que podía representar una línea que conecta nuestros tres puntos… los de nosotros tres. Además, tiene la A de Yulishia, la Ku de mi nombre y la Ri de Liese. Los tres estamos representados. [1]
—Pues me gusta. Esta niña realmente nos unió a todos.
La Señorita Yulishia le dio un toquecito con el dedo índice en la mejilla a la pequeña que seguía dormida.
—Sí, así es… Desde hoy, tú te llamarás Akuri.
La Señorita Liese hizo lo mismo: le tocó la otra mejilla con cariño.
Me alegraba que, al final, lográramos decidir un nombre. Aunque, siendo sincero, todo esto fue posible gracias a Akuri.
—Entonces, Sir Kurt, pongamos manos a la obra con los trámites de adopción de Akuri. Ya tengo listos los papeles.
—Perfecto, muchas gracias… Espera, ¿qué?
Tomé los documentos que me dio la Señorita Liese, pero me di cuenta enseguida de que no eran formularios de adopción.
Eran… ¡una solicitud de matrimonio!
Y, para colmo, ¡ya estaba completamente llenada con los datos de la Señorita Liese!
—¡Ah! Lo siento mucho, me equivoqué de documentos. Aquí tiene los correctos, los de la adopción.
—Ajajá, vaya, Señorita Liese, no creí que fueras tan despistada.
Me reí mientras llenaba el formulario correcto para adoptar oficialmente a Akuri.
—¿Y nadie va a decir nada sobre el hecho de que Liese anda por ahí con una solicitud de matrimonio con ella todo el tiempo? —preguntó la Señorita Yulishia con cara de «no puede ser».
Seguro que solo fue un error, ¿no?
◇◆◇◆◇
A la mañana siguiente del nacimiento de Akuri.
Por suerte, el Atelier tenía varias habitaciones de sobra, así que Kurt tomó una y la transformó en cuarto infantil.
También confeccionó ropa para la niña, y en un abrir y cerrar de ojos ya teníamos todo listo para criar a esta misteriosa pequeña.
Sheena y yo nos turnábamos para cuidar a Akuri, pero hasta ahora no habíamos notado nada fuera de lo normal.
—Toma, ve si Mimiko puede encargarse de esto.
—…(Asintió en silencio).
La verdad es que, en secreto, había recolectado algunas muestras de Akuri para analizarlas: unos cuantos cabellos que se soltaron al peinarla, saliva que quedó en mi ropa cuando se durmió recostada en mí, y pedacitos de uñas al cortárselas. Le pasé todo esto a uno de los Phantoms para que lo hiciera llegar a Mimiko sin que nadie más lo supiera.
Ojalá con esto al menos pudiéramos descubrir un poco más sobre quién era en realidad esta niña.
Akuri no se veía distinta a cualquier otra niña normal.
Y no era solo su apariencia: también hablaba como cualquier niña pequeña.
Era difícil creer que acababa de salir de un huevo. Y si todo eso era parte de las habilidades de un monstruo que imitaba a los humanos, la verdad era aterrador.
¿En qué estaría pensando realmente detrás de esas palabras tan inocentes?
—Mami Yuri, toma eshto.
—Gracias, Akuri.
Sin saber muy bien por qué, acepté el bloque de madera que me ofreció y sentí cómo se me llenaba el corazón.
Los bloques, hechos a mano por Kurt, tenían las esquinas bien limadas para que no se lastimara. Además, cada uno venía decorado con letras e ilustraciones, pensados para que Akuri pudiera aprender a leer jugando.
De verdad, Kurt habría sido una gran mamá.
Por cierto, Akuri nos llamaba Mami Yuli a mí y Mami Liese a Liese. Para ella, solo había un papi, y ese era Kurt.
A Sheena la llamaba Sheenee, aunque Sheena prefería que le dijera hermanita Sheena… pero era evidente que eso todavía era muy complicado para Akuri.
En cuanto a Kanth y Danzo, todavía no se los presentábamos. Como la noche anterior habían pasado por la taberna antes de volver, venían apestando a alcohol y no queríamos que se le acercaran.
Les había dado la orden de mantenerse alejados hasta, al menos, el mediodía, cuando se les hubiera pasado la borrachera del todo.
—Señorita Yulishia, ¿cómo está Akuri? —preguntó Kurt mientras entraba al cuarto de la niña.
—Ah, sin problemas… Uy, ya es esta hora.
Me preocupaba dejar a Akuri sola, pero no podíamos postergarlo más.
Le dejaríamos el cuidado de la niña a Sheena y cualquier emergencia a los Phantoms. Era hora de que volviéramos al trabajo.
—¡Es papi! ¡Papi, vamos a jugar! —Akuri se dio cuenta de que Kurt había entrado y fue corriendo a abrazarle las piernas.
Kurt se agachó y le acarició la cabeza con ternura.
—Lo siento, Akuri. Ahora tengo que irme a trabajar. Cuando regrese, tengo que ocuparme de los caballos, cocinar, limpiar, lavar la ropa, regar las plantas, revisar el taller y chequear las existencias de medicinas. Pero después de eso, jugamos, ¿sí?
…Al oír todo eso, me di cuenta de que estábamos cargando a Kurt con demasiado trabajo.
Aun así, él era capaz de hacer todo eso en apenas unos minutos y sin dejar un solo error. Era inevitable que confiáramos en él.
Incluso los caballos parecían preferirlo a él. Últimamente se negaban a que los cepilláramos nosotros.
—Akuri, ¿puedes esperar tranquilita, verdad?
—¡Akuri es buena, así que va a esperar tranquilita! ¡Papi, Mami Yuli, que les vaya bien!
Kurt volvió a acariciarle la cabeza con una sonrisa, le saludó con la mano y salió de la habitación.
Cuando vi a Kurt con esa expresión un poco triste, estuve a punto de decirle que podía quedarse… pero me tragué las palabras.
¿Para qué seguir dejando que se encariñara más con Akuri?
Dependíamos del informe de Mimiko, y según lo que dijera… tal vez yo tendría que ser quien acabara con la niña.
Este cuarto, que a simple vista parecía una habitación infantil cualquiera, en realidad funcionaba como una enorme jaula.
Se podía cerrar desde fuera con llave, y para evitar que se rompiera, entre las paredes habíamos instalado placas de mitrilo. Siempre permanecía cerrada con llave, excepto cuando alguien entraba por turnos. Desde dentro, era imposible abrirla.
Yo misma le había pedido a Kurt que la construyera. Aún recordaba la expresión que puso cuando le expliqué el diseño: triste, resignada… Me apretó el pecho.
Pero no pensaba que fuera un papel ingrato.
Liese también tenía prohibido acercarse a Akuri por su posición como princesa. No podíamos correr riesgos.
Lo de Akuri, lo del gobernador, los espías que intentaban infiltrarse en el Atelier… Era un problema tras otro.
Aun así, teníamos que seguir haciendo lo posible para que las cosas mejoraran, aunque fuera un poco.
—Bueno, Kurt. Vamos a terminar con el trabajo de una vez. Así podremos jugar con Akuri después, —le dije mientras me acomodaba en el asiento del cochero y hacía avanzar la carreta.
Lo mejor para Akuri era terminar todo cuanto antes.
Kurt, al recordar eso, pareció recuperar el ánimo.
—Tiene razón. ¡Vamos allá!
—¡Vamooos!
—Muy bien, ya te animaste. Entonces, manos a la obra…
…¿Eh?
¿Fue mi imaginación, o escuché una voz rara justo a mi lado?
Me giré y, para mi sorpresa…
—¿Qué pasa, Mami Yuli?
Ahí estaba Akuri, con esa sonrisa inocente.
¿Eh… ¡ehhhhhhh!?
¡¿Por qué Akuri estaba ahí?!
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