El Maestro del Valiente

Capítulo 79 - Lo que acecha en la oscuridad de la Ciudad Imperial (VI)

 

 

En un rincón de la Ciudad Imperial, cerca de las murallas. La zona que rodeaba las murallas albergaba a la clase más pobre de residentes de la Ciudad Imperial. En una pequeña casa de piedra. Un hombre preparaba una comida con sus torpes manos encendiendo un fuego en un fogón instalado en el suelo de tierra.

 

“¿Tienes hambre?”

“No, estoy bien.”

 

Cuando llamó a su hija de diez años a la sala de estar, que de piso solo tenía tierra, le respondió. Su esposa había muerto, dejándolo solo con su hija. Mientras revolvía la olla, dirigió su atención hacia donde su hija estaba remendando con manos familiarizadas en la tarea.

 

“Buena chica. Ya casi termino. Solo un poco más.”

“Sí.”

 

El contenido de la olla eran gachas de cebada. Además, con algunas hortalizas añadidas, como patatas, zanahorias y judías para aumentar el volumen. Era una comida pobre, pero para un hombre que no podía trabajar abiertamente debido a las circunstancias que tenía, no podía pedir más lujos.

 

“Bien, ya está lista.”

 

Llevó la olla a la sala de estar y sirvió las gachas de cebada a su hija hambrienta, quien le sonrió, y un sonido de golpes resonó en la puerta de la casa. El hombre se levantó en silencio y recogió una espada que había sido colocada en un rincón del salón. Cuando vio que su hija había dejado de comer las gachas y miraba a su padre con ansiedad, le dio unas palmaditas en la cabeza para tranquilizarla y se dirigió a la entrada.

 

Con la espada desenvainada y sostenida en su mano derecha, abrió la puerta solo un poco.

 

“…Solo es usted.”

 

Era una cara conocida. Aflojó la expresión y relajó todo su cuerpo que estaba tenso. Al ver esto, la hija, que tenía una expresión de ansiedad en su rostro, también comenzó a comer las gachas.

 

“Para esta semana.”

“Te lo agradezco.”

 

El visitante le entregó al hombre una bolsa con monedas. El contenido era suficiente para que el padre y su hija pudieran llevar una vida modesta. En comparación con la cantidad de dinero que el hombre solía ganar, era sólo una pequeña cantidad. Sin embargo, ahora mismo no podía darse el lujo de exigir más.

 

“Y un mensaje de ese hombre: ‘Siento las molestias que te he causado. Por favor, ten paciencia’. Eso es todo.”

“Por favor, no merezco tales palabras.”

 

El invitado asintió con una expresión misteriosa en su rostro.

 

“¿Has estado entrenando…? No, esa fue una pregunta tonta…”

 

Sólo con mirar los músculos de sus brazos que asomaban por la camisa del hombre, se podía ver que había estado entrenando. No podía dedicar tiempo a su trabajo, ya que pasaba más tiempo haciendo ejercicio que antes.

 

“Y esto es de mi parte.”

 

El invitado sacó un paquete de la bolsa que colgaba de su cintura y se lo presentó al hombre. Él apoyó su espada contra la pared, y cuando recibió el paquete, pesaba bastante. Mirando el interior, era carne fresca.

 

“Carne de jabalí. Dásela de comer a tu hija.”

 

El hombre agachó la cabeza al oír estas palabras. La carne era un artículo de lujo. Él no había comido carne fresca en mucho tiempo.

 

“Solo espera un poco más.”

 

Con eso, el invitado se fue. El hombre, que había tenido la cabeza gacha hasta que el invitado se fue, cerró la puerta y volvió a mirar hacia la sala de estar. Su hija miraba el paquete que sostenía su padre. Debió oír al invitado decir “carne de jabalí”. El hombre miró la cara de su hija, que estaba algo expectante, y dijo:

 

“Esta noche tendremos un festín.”

 

La cara de su hija se iluminó.

 

◇◆◇◆◇

 

El mercado matutino se llevaba a cabo en la plaza frente a la puerta sur. El aire de la mañana estaba lleno de la esencia a carne asada, especias y pan recién horneado. Estos olores se extendían por los callejones, y mucha gente iba y venía.

 

Una serie de sencillos puestos alineados con tiendas de campaña, con alimentos como carne, verduras y especias, medicinas sospechosas y cachivaches y adornos que no servían para nada, estaban dispuestos en la acera, y los comerciantes gritaban para atraer la atención de los clientes.

 

“Me sorprendió que fuera diferente de la imagen que tenía. Es un lugar animado y divertido.”

 

Cornelia murmuró mientras miraba los diversos productos alineados de una manera extraña.

 

“Cualquiera puede abrir un puesto aquí siempre que pague por el lugar. Así que, además de los ciudadanos, también hay gente que vive fuera de las murallas que abre sus tiendas.”

“Pero, sobre todo, hay que levantarse temprano por la mañana.”

 

Leticia se rio y dijo, mientras Wynn continuaba.

 

“Merece la pena madrugar.”

 

Cornelia sonrió felizmente y asintió.

 

“Hmm, no está mal el aire matutino tan lleno de vitalidad, ¿no?”

 

Seri miró hacia atrás mientras caminaba delante de Leticia y Cornelia.

 

“Es como un festival.”

 

Las voces de los comerciantes y el parloteo de los clientes en la calle estaban llenos de entusiasmo por vender y comprar cosas buenas, y el cuerpo de Cornelia se sentía naturalmente como si estuviera lleno de vitalidad.

 

“¿Siempre es así?”

“Por lo general sí. Cuando vine por primera vez a hacer un recado, yo también pensé que había un festival.”

“Onii-chan venía a comprar después de su entrenamiento matutino, ¿no?”

 

Leticia miró hacia atrás. Wynn caminaba detrás de las tres chicas.

 

“Oh, sí. Luego del entrenamiento de correr.”

“Tu cuerpo está bien entrenado, ¿no?”

 

Dijo Seri con admiración cuando se enteró de que él se ponía a trabajar después de tan riguroso entrenamiento.

 

“Después del entrenamiento, me daba mucha hambre. Letty solía babear delante de los puestos.”

“¿¡Qué!? ¡Eso no es cierto!”

“Si los mirabas con avidez, los comerciantes solían ceder ante tu mirada y te daban algo de comida.”

 

“Era como alimentar a un cachorro,” dijo Wynn.

 

“Ahora que lo pienso, Paul-san también mencionó que Leticia-san siempre estaba comiendo algo…”

“Ugh…”

 

Incluso Cornelia dijo algo al respecto, y Leticia fue incapaz de replicar. Le envió una mirada de reproche a Wynn, que fue el que había sacado todo el tema, y él volvió su mirada a los alrededores de manera como si no tuviera que ver con él. Aquellos a su alrededor y que los habían estado observando también voltearon la mirada.

 

Leticia y Cornelia vestían ropas sencillas, como camisetas y pantalones, pero eran muy notorias por sus rasgos distinguidos y su atmósfera, que era diferente a la de cualquier plebeyo. Seri también, que tenía sangre de elfo, así que tampoco se quedaba atrás en apariencia. Era inevitable que reunieran miradas incluso si solo estaban caminando. Y era aún más inevitable si ponían una escena que les hacía sacar una sonrisa.

 

El mercado estaba tan abarrotado que la gente se chocaba entre sí, pero cuando las chicas se acercaban, la multitud se disolvía por sí sola, lo que facilitaba mucho el paseo. La razón por la que Wynn caminaba detrás de ellas era en parte porque atraía muchas miradas de envidia, pero también porque era más fácil caminar si las seguía por detrás.

 

“Ah, ese es.”

 

Seri de repente corrió hacia uno de los puestos. En el puesto al que se dirigió había una mujer de unos treinta años y una niña de unos diez, quizá su hija, que estaba ayudando.

 

“¡Buenos días, señora!”

“Oh, pero si es Seri. Hace mucho tiempo que no te aparecías por acá, así que estaba preocupada por ti. Me preguntaba si te habrías enfermado, o si algo relacionado con los secuestros te había pasado…”

“Pero estoy con buena salud, ¿sabe? Aunque me habían dicho que no saliera mucho, por todo lo que ha estado pasando.”

 

Seri sonrió, un poco avergonzada.

 

“Sí, sí. Seri-chan es tan linda. Me preocupa que la secuestren también. Mira, tu ropa está desordenada de nuevo. Ven aquí.”

 

La comerciante, que recién había montado su tienda en un puesto sencillo y estrecho, acercó a su hija que estaba deambulando por ahí y le ajustó el dobladillo de su ropa larga.

 

“Lina, tú eres una buena chica. Vas a estar bien, ¿verdad?”

“Sí, mamá se preocupa demasiado.”

 

La hija de la mujer, una niña llamada Lina, se mantuvo quieta y dócil luego de hablar.

Seri observaba sonriente esa figura de madre e hija.

 

“Entonces, ¿qué vas a llevar hoy, Seri?”

“Señora, hoy no voy a comprar. En realidad, ellos quieren hablar con usted sobre los secuestros…”

“De acuerdo, bien. ¿Quieren hablar? Aunque aquí hay mucho ruido…”

 

Después de arreglar la ropa de su hija y asentir con satisfacción, la mujer volvió a mirar a Seri con una expresión inquisitiva en el rostro y notó que, antes de darse cuenta, una multitud se había reunido alrededor de su tienda.

 

Y delante de la tienda había una hermosa muchacha de aspecto increíblemente hermosa, cuyos cabellos dorados brillaban al sol de la mañana y cuyos ojos eran como joyas esmeralda, y una muchacha de belleza suave que no era inferior a la suya y que llevaba una atmósfera un tanto noble.

 

“Wow… uh… ¿e-estas son las personas con las que querías que hablara?”

 

La mujer, que se vio momentáneamente sorprendida por las dos chicas, consiguió exprimir algunas palabras para Seri, pero su tono era arrastrado. Claramente no eran simples compradoras. Llevaban ropa sencilla, pero le hacían preguntarse si solo estaban disfrazándose. En particular, ella también estaba tratando de ocultar la identidad de su hija, por lo que lo eso le hizo pensarlo aún más. De todos modos, se acercó a las dos chicas con un poco de nerviosismo, preguntándose cómo eran las dos personas que claramente se sentían fuera de lugar para ella, la dueña del puesto.

 

“Uh, uh… ¿qué es lo que quieren preguntarme?”

 

La mujer preguntó con temor, pero la respuesta a su pregunta fue algo que no esperaba.

 

“¿Laura-san? ¡Usted es Laura-san, ¿verdad?! ¡Y Lina-chan!”

“¿Qué? ¿Qué?”

 

La mujer, Laura, se sorprendió ampliamente cuando de repente la chica rubia la llamó por su nombre. Y entonces su hija, Lina, a la que también llamaron por su nombre, saltó fuera de la tienda y corrió hacia la chica rubia.

 

“¡Letty-chan! ¡Letty-chan! ¡Bieen, Winn-Oniichan también!”

 

Fue entonces cuando ella notó que había un joven de pie detrás de las chicas. Tenía una mirada bondadosa, y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

 

“Ha pasado mucho tiempo. Laura-san, y tú también, Lina-chan.”

 

Al escuchar esa voz, la mente de Laura relacionó al joven que se rascaba la nuca como si estuviera avergonzado delante de ella y a la chica que sostenía a su hija, Lina - Ifelina, con los aventureros a los que una vez pidió ayuda, un niño y una niña.

 

“¡Di-Dios mío! Wynn, Letty, ¿son ustedes? De verdad que se han puesto grandes…”

 

Laura se emocionó hasta las lágrimas por la nostalgia. Cuando Cornelia y Seri vieron a los cuatro regocijarse por su reencuentro, se miraron, sin conocer cuáles eran sus circunstancias. Pero al ver a los cuatro con un aspecto tan feliz y nostálgico, las dos también sintieron calor de alguna manera.

 

Había un Día del Padre…

(Eso último no estoy para nada seguro de si está bien o no.)



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