Bastardo Mujeriego

Vol. 7 Capítulo 3. El Chico Solitario También Dejó Fuera de Combate a la Gal y a la Delegada en las Aguas Termales

El comedor donde desayunaban en el ryokan donde se habían hospedado Masahiko y sus compañeras era un amplio salón de estilo occidental. La decoración de aire antiguo evocaba sutilmente el romanticismo de la era Taisho.

En ese comedor, rodeado por las chicas del club que habían venido juntas al viaje, Masahiko notó que algo andaba raro con las dos.

—Oye, Rokujo, oye.

—……

—…¿No me estás escuchando? ¡Oye, Rokujo!

—¿¡Hea!? ¿¡Qué-qué!? ¿¡Pasó algo!? ¿¡Acaso ocurrió algún incidente!?

—No digas tonterías. ¿Qué cosas estúpidas estás diciendo? …Llevas un buen rato ida. ¿Te sientes mal o algo?

—¿Eh?

Nanoka Rokujo se había quedado completamente inmóvil, con la mirada perdida, justo cuando se llevaba un bocado de arroz a la boca con los palillos. Masahiko la veía así por primera vez, él que estaba acostumbrado a que normalmente fuera agresiva y lanzara comentarios mordaces.

Por eso, se preocupó sinceramente por ella.

—Además tienes la cara roja… Si pareces estar resfriada, podría pedirle un termómetro al personal del ryokan .

—E-estoy bien. No es un resfriado ni nada por el estilo. —Diciendo eso, Nanoka comenzó a comer su desayuno como si nada, bocado tras bocado.

—Si tienes tanto apetito, entonces de verdad no parece ser un resfriado. Morimine, ¿tú qué opinas? …¿Morimine?

—……

—Oye, ¿Morimine?

—¡Ah! ¡Si-si quieres repetir, no hay problema!

—¿Qué?

—¿Eh? ¿De qué estábamos hablando?

—Venga ya, no es solo Rokujo, también tú estás rara. ¡Más atentas, las dos!

Masahiko suspiró con resignación, pero claro, él no tenía forma de saber lo que había ocurrido. No sabía que la noche anterior, Sachiko había perdido la virginidad con un chico que se hospedaba en el mismo lugar, en el baño termal al aire libre, y que él la había hecho sentir increíblemente bien durante el sexo. Ni que Nanoka lo había presenciado todo y había vuelto corriendo a su habitación.

Aunque ambas chicas habían estado completamente ausentes desde la mañana, sus estados mentales eran opuestos.

Sachiko, que había experimentado su primera experiencia sexual y había sentido un inmenso placer, revivía en su mente aquella sensación de felicidad que la invadió cuando se acostó con aquel chico menor que ella, como si aún estuviera flotando en un sueño. Por el contrario, Nanoka, quien ya había presenciado varias escenas eróticas sin poder saciar su frustración, llevaba acumulada en lo más profundo de su cuerpo una creciente sensación de deseo insatisfecho.

Por cierto, aquel muchacho, Shinji, después de coger con Sachiko en las aguas termales al aire libre, había regresado a su habitación para convertir a la gal y a la delegada en hembras por completo otra vez. Había estado domando sin piedad sus úteros, turnándose con ellas en posición de perrito invertida hasta el amanecer. Probablemente, él no se despertaría hasta más tarde.

Shinji no se encontraba en el comedor donde servían el desayuno.

La mirada errante de Sachiko mientras comía se debía, sin duda, a que buscaba con la vista al chico menor. Su cuerpo ya se había enamorado perdidamente de su polla. Y arrastrado por esa dependencia, su corazón también anhelaba volver a ver su rostro, a escuchar su voz.

A su lado, mientras ella lo buscaba con un leve rubor en las mejillas, Nanoka tenía el rostro completamente encendido. No podía creer que su amiga, a quien creía una chica recatada, le hubiera entregado su cuerpo sin dudarlo a un desconocido que acababa de conocer.

Pero más que sentirse traicionada, lo que le vino a la mente fue el rostro lujurioso y derretido de Sachiko en ese momento, y pensó:

¿Fue tan placentero hacerlo con ese chico como para dejarla así…?

Debajo del suave yukata rosado que llevaba puesta, sus pezones se habían endurecido bajo el sujetador. Si no tenía cuidado, el roce con el relleno del sostén amenazaba con provocarle un gemido involuntario. Su entrepierna también le hormigueaba bajo las bragas, y si hubiera estado sola, se habría masturbado sin dudarlo por lo desesperada que estaba.

Ahh, esto me va a volver loca…

Aunque sus circunstancias eran distintas, ambas hermosas universitarias desprendían una cantidad considerable de feromonas femeninas.

Si un macho con «aptitudes» hubiera estado cerca, las habría percibido de inmediato.

Pero Masahiko, frente a ellas, solo ladeaba la cabeza confuso.

—¿¿Eh…?? ¿¿Qué les pasa…??

Pobre Masahiko. Sin saber que una de las chicas que le gustaba había sido arrebatada por otro, y a menos que en algún momento tomara una firme determinación para cambiar, probablemente seguiría siendo virgen por el resto de su vida.

Mientras tanto, en la habitación de Shinji y las demás, el chico acababa de despertarse sobre los futones aún revueltos por el sexo salvaje de la noche anterior.

—Haah… Ya es de mañana, ¿eh?

Al incorporarse y estirarse, a ambos lados de su torso descansaban dos mujeres completamente desnudas, que incluso en sus sueños seguían siendo violadas por él.

—Nnn ♡. Nnngh ♡.

—Ah…♡ Shinji-kun, eres maravilloso…♡.

Rurina y Sumika, la gal y la delegada de la clase. A pesar de sus apariencias tan distintas, ambas seguían dormidas abrazadas al cuerpo de Shinji, entrelazando sus largas piernas con las suyas. Sus caderas aún temblaban ligeramente, efecto del placer residual que no se había disipado del todo tras el sexo del día anterior

Acarició con ternura las cabezas de las chicas y, con el corazón en calma, comenzó a pensar en los planes para el día.

Mmm, ¿qué podré hacer hoy? Habría sido una lástima venir a unas aguas termales como estas solo para tener sexo todo el tiempo… Por ahora, cuando ellas se despierten, tal vez les proponga que salgamos los tres a algún lado.

La polla de Shinji, que la noche anterior había eyaculado una y otra vez dentro de los cuerpos de aquellas dos bellas chicas, se había quedado completamente satisfecha y, al fin, su erección se había calmado. Sin embargo, con la llegada del nuevo día, su carne flácida volvió a llenarse de vigor. Se erguía con las venas marcadas, tiesa y dura como una piedra. Sus testículos, que colgaban pesadamente, estaban ya repletos de semen recién producido.

El muchacho les habló con voz suave a las dos chicas dormidas.

—Chicas, ya es de día.

—Ah…

—Nn…

—Buenos días, Sumika, Rurina-san.

—Buenos días, Shinji-kun…

—Mmm… Buenos días.

Apenas vieron el rostro del chico, Rurina y Sumika se sonrojaron. Después de haber presenciado durante toda la noche la virilidad del joven, era natural que reaccionaran así.

Después de ver su sonrisa, ambas dirigieron la mirada a su entrepierna, donde su polla erecta se alzaba desafiante… y sus rostros se tiñeron de un rojo aún más intenso.

—¿Qué les gustaría hacer hoy? Aunque primero supongo que toca el desayuno.

Lo que les vino a la cabeza a Rurina y Sumika al oír esa pregunta no fue precisamente la comida, sino el deseo de que él se las cogiera otra vez antes de la comida. Aun así, decirlo abiertamente les resultaba demasiado vergonzoso.

Rurina desvió la mirada de Shinji mientras se peinaba con la mano y murmuró:

—Espera, quiero lavarme la cara primero.

—Entonces yo iré después de Rurina…

Los tres, completamente desnudos, comenzaron a moverse. Rurina fue la primera en levantarse y se dirigió al baño modular.

Mientras la gal se duchaba, Shinji se dedicó a besarse y juguetear con la delegada de cabello negro, Sumika, besándola una y otra vez con dulzura.

—¿Ya están empezando otra vez?

Rurina, que había regresado después de enjuagarse el sudor, dijo eso mientras se secaba el cuerpo con una toalla.

Sin embargo, sus palabras no parecieron llegar a los oídos de Shinji ni de Sumika, que ya comenzaban a prepararse para coger en la posición del misionero.

—Oye, Sumika, ¿no ibas a lavarte la cara?

—Lo-lo siento, Rurina. Pero primero quiero que Shinji-kun me haga el amor… Ah ♡. …Ahh ♡.

El pene erecto de Shinji fue introduciéndose poco a poco en la entrepierna de la delegada.

Sumika soltó gemidos de placer como si fuera la primera vez que se unía a él en mucho tiempo, aunque, en realidad, apenas habían tenido sexo sin condón unas pocas horas antes.

Cuando Shinji terminó de penetrarla y le susurró al oído: «Te amo, Sumika», ella cerró los labios con fuerza y llegó al clímax con un estremecimiento contenido que salió en forma de un gemido, un «Mmuuh ♡♡» escapando de su boca.

—Ah ♡. Ah ♡. Haah~ ♡. Haa~ ♡♡.

Con ese orgasmo intenso nada más despertar, cada célula dormida en el cuerpo de la chica se activó por completo. Al ver esa escena, Rurina tragó saliva involuntariamente. Observó con deseo al chico callado y mujeriego que ahora se cogía a la delegada como si fuera lo más natural del mundo.

—Oye…

—Ah ♡. Ah ♡. Ah ♡. Aahn ♡. Shinji-kun ♡. Te quiero ♡. Te amooo ♡.

—Oigan, ustedes dos…

—Más ♡. Dame más ♡. Cógeme fuerte, más hondo con tu polla ♡♡.

—¡Dejen de hacerlo solos, déjenme participar también!

Hasta ese momento, Shinji había estado ignorando a propósito la voz de Rurina. Pero en cuanto la gal, normalmente altiva, reveló sus verdaderos sentimientos, él por fin volvió el rostro hacia ella. Mientras abrazaba las piernas de la delegada y la hacía gemir de forma indecente, dijo con tranquilidad:

—Rurina, ven tú también.

El útero de Rurina palpitó intensamente.

Ya no podía vivir sin que ese bastardo mujeriego la llenara con su semen.

Había pensado que durante este viaje podría vengarse un poco de él, pero en cambio, como mujer, no había hecho más que caer una y otra vez bajo su dominio. Una derrota tras otra.

Pero…

Su vagina y su útero, precisamente esas partes, eran las que deseaban rendirse.

Rurina se acercó tambaleándose a Shinji, y mientras él seguía violando a Sumika en posición del misionero, se le echó encima y lo besó con pasión.

—Haa… mm ♡. Chuum ♡. Chuu ♡. Chuu…♡.

—Aah, aah, aah, aah, aah ♡♡. Shinji-kun ♡♡♡.

Un trío real de estudiantes, en plena acción sexual, bajo la luz de la mañana que iluminaba la habitación de estilo japonés. Lo más aterrador era que, además de esas dos, Shinji tenía aún muchas otras amigas con sexuales.

Ese fin de semana largo, Rurina y Sumika habían logrado adelantarse a las demás, pero las chicas que ya habían sido dominadas por la polla de Shinji seguían siendo muchas más.

…Esto sí era un verdadero harén.

Comparado con Masahiko, que ni siquiera podía conquistar a las dos chicas del club al que iba y seguía dando vueltas sin hacer nada, la diferencia en aptitudes como «mujeriego» entre él y Shinji era abismal.

Y la cualidad más importante para ser un verdadero bastardo mujeriego no era ser atractivo ni saber hacer bien el sexo: era no dejar pasar las oportunidades.

—¡Guuh, me voy a correr! ¡Voy a correrme dentro de ti, Sumika!

—Yo también ♡. Me corro ♡. ¡¡Me corrooooo!! ♡♡♡♡.

—¡¡Ah, aaah…!!

A plena luz de la mañana, el miembro de Shinji latía con fuerza dentro de la vagina de una chica de su misma edad, descargando una corrida que se sentía infinitamente placentera.

Con esto, Sumika pasaría a llevar dentro de sí el semen de Shinji durante todo el día.

Y así, aunque él apartara la vista de ella por un momento, no habría riesgo de que otro hombre se la llevara.

En otras palabras, así era como Shinji las «marcaba».

Por supuesto, Shinji también tenía que dejar su marca en la gal, Rurina.

—Rurina-san, ven aquí.

—…Sí.

—Te lo haré como a ti te gusta, abrazándote.

—No es que me guste eso ni nada… —Rurina intentó hacerse la dura, pero en esa habitación solo estaban Shinji y Sumika. Fingir ya no tenía sentido, así que rectificó en voz bajísima, como el zumbido de un mosquito—: …Mentí. Sí me gusta. Me gusta que me abraces mientras me coges, que me beses con cariño. Quiero que me trates con ternura… y que te corras dentro de mí.

El rostro de la gal se tiñó por completo de rojo, hasta el cuello. Shinji sonrió con dulzura y le tomó de la mano.

—Ah ♡.

—Eres una buena chica, Rurina-san. Tanto tu yo normal como esta versión honesta tuya me parecen adorables.

—…Ya cállate…♡.

Y así comenzó su cariñosa sesión de sexo en posición de cara a cara, sentados uno frente al otro. Justo al lado de Sumika, que aún temblaba por el éxtasis de su orgasmo matutino, la gal y el bastardo mujeriego se unían de nuevo, haciendo crujir los tatamis con sus movimientos.

Mientras tanto, justo en ese momento, Masahiko había terminado de desayunar y se dirigió a las dos chicas que lo acompañaban:

—Bueno, ¿por dónde empezamos hoy? ¿Qué tal si por la mañana damos una vuelta por la zona del pueblo de las aguas termales? Creo que también usaron ese lugar para filmar una película, ¿no?

—Sí-sí, me parece bien.

—¿Morimine, tú también estás de acuerdo?

—Sí-sí…

Ambas chicas seguían claramente inquietas, y Masahiko volvió a inclinar la cabeza, confundido.

Luego, regresaron temporalmente a su habitación desde el comedor y se cambiaron del yukata a su ropa de calle para luego volver a reunirse. Aunque ni Nanoka ni Sachiko llevaban atuendos especialmente arreglados, en los ojos de Masahiko, incluso sus elecciones más casuales dejaban entrever el buen gusto que ambas tenían.

Mientras se vestían, las dos no pudieron evitar mirar hacia la pared que las separaba de la habitación contigua.

Los chicos de la habitación de al lado no estaban en el comedor esta mañana… ¿Seguirán en la habitación? ¿Acaso… estarán teniendo sexo otra vez? No, no, no… no puede ser. Esta mañana no se escuchaban los ruidos de ayer…

Eso fue lo que pensó Nanoka. Sin embargo, la razón por la que no se había oído nada desde la habitación de Shinji y las chicas era que, justo en ese momento, ambas estaban haciéndole una mamada doble. Y como eso era más silencioso que el sexo sin protección de la noche anterior, simplemente no se notaba. Incluso en ese instante, al otro lado de la puerta de su habitación, el glande de Shinji seguía siendo mimado dulcemente por las lenguas de la delegada y la gal.

—Entonces, vamos, ustedes dos.

Siguiendo a Masahiko, quien dijo esas palabras, Nanoka y Sachiko pasaron frente a la habitación de Shinji justo en el momento en que el muchacho rociaba semen como una fuente, disparando chorros hacia los rostros de sus amigas sexuales.

—Ah~, me corro, me corro…

De pie sobre el futón, Shinji se masturbaba y cubría los rostros de las dos chicas —indudablemente hermosas— con su espesa y viscosa eyaculación como si fuera una mascarilla.

—¡Ugh, aaah…!

—Nn… ♡. Apesta… ♡ ¿Cuánto piensas correrte desde la mañana?

—Tu semen es tan pesado, Shinji-kun… ♡. Nn ♡. Haaah…♡. Solo con este olor se me acelera el corazón…♡. Oye, Shinji-kun, tengamos otra ronda, ¿sí? Antes del desayuno, mete tu polla otra vez en mi coño ♡.

—No seas injusta, Sumika. Yo también quiero ♡. Cógeme a mí también, métemela duro ♡.

—Qué remedio… Bueno, entonces me correré dentro rapidito, antes de que se nos pase la hora del desayuno.

Desde primera hora, el miembro de Shinji era el favorito, sin descanso, humedecido constantemente por la saliva y los jugos de amor de sus amigas sexuales. Después de disciplinarlas a fondo, se dirigió al comedor para desayunar, y más tarde, igual que Masahiko y las demás, salió a pasear por la zona de aguas termales.

Hasta ese momento, ambos grupos habían actuado con un leve desfase en sus horarios, pero, como si alguna fuerza del destino estuviera en juego, terminaron encontrándose fuera de la posada, en las calles del pueblo de las aguas termales.

*

—…Ah.

Mientras caminaban por el pueblo de aguas termales, la primera en descubrir al grupo de Shinji fue Nanoka.

Su exclamación fue tan tenue que ni siquiera alcanzó a llegar a los oídos de Masahiko, que caminaba justo delante de ella, pero Shinji, que se hallaba a decenas de metros y que en teoría miraba hacia otro lado, pareció oírla claramente y volvió el rostro hacia ellas.

Entonces, junto a Rurina y Sumika, se acercó al grupo de universitarios.

—Buenas. Qué coincidencia encontrarnos en un sitio como este.

—¿Eh? Ustedes son los que estaban en la habitación contigua a la de Rokujo, ¿no?

—Así es. Me llamo Shinji Seto…

El joven sonrió con amabilidad y se presentó formalmente. Las dos chicas que lo acompañaban también se presentaron ante los universitarios.

—Seto-kun, ¿eh? …Yo soy Masahiko Igarashi. Puedes llamarme Masahiko.

—Encantado, Masahiko-san. Un gusto conocerte.

Para Nanoka y Sachiko, ya era alguien conocido, pero para Masahiko, Shinji era prácticamente un extraño. Después de un saludo amistoso, el joven prosiguió con sus palabras.

—¿También ustedes estuvieron recorriendo la ciudad de aguas termales?

El grupo se encontraba en una esquina de una ciudad de aguas termales de estilo retro, con el aroma del manantial caliente impregnando el aire. Justo allí cerca, en la entrada de una tienda, un dueño ya mayor estaba cociendo bollos de onsen al vapor.

Es un chico bastante normalucho, ¿no? A los ojos de Masahiko, Shinji no era más que un chico más joven y carente de presencia. En su clase también había habido uno o dos chicos así, poco llamativos y con pocos amigos. Masahiko no era precisamente de los más populares de la jerarquía social escolar, pero sí tenía algunos amigos con quienes se llevaba sin complicaciones. Desde esa perspectiva, le resultaba extraño que ese chico, aparentemente normal, estuviera alojándose en la misma habitación que dos chicas de la misma escuela. …O sea, ¿que ellas no lo ven como un hombre y por eso no se cuidan de él? Qué triste…

Para alguien que no conociera la verdadera naturaleza de Shinji, sería impensable suponer que ese chico, con su apariencia inofensiva, fuera un mujeriego capaz de convertir a numerosas chicas en sus mujeres. Además, la gal que lo acompañaba parecía incluso más dominante que Nanoka, la que estaba con Masahiko. Probablemente, pensó él, Shinji no era más que un sirviente conveniente que obedecía todas sus órdenes. Esa fue la conclusión a la que llegó Masahiko.

Sintiendo lástima por Shinji, Masahiko le dio unas palmaditas en el hombro.

—¿Eh? ¿Qué-qué pasa?

—Nada importante. Oye, ya que estamos los seis aquí, ¿por qué no damos una vuelta juntos? Vi una tienda de helados por allá que se veía muy buena. Yo los invito a los tres, ¿qué dicen?

—¿¡Eh!? ¿¡Qué estás diciendo de repente, Igarashi-kun!?

—No grites así de pronto, Rokujo. Sólo es un helado de los normales, no tiene nada de raro. Tampoco es que vaya a pedirte que tú pagues.

—No, no es eso, es que…

Lo que hizo reaccionar a Nanoka fue la parte donde Masahiko dijo «los seis».

En el fondo, ella quería oponerse firmemente a esa idea. Pero decirlo de forma directa habría sonado demasiado hiriente.

—Um, lo que quise decir es que ya no estamos en temporada para comer helado.

—Ah, bueno, tienes razón. ¿Y qué tal un té caliente entonces? Mira, en esa tienda dice que tienen matcha con dulces japoneses.

—Ehh… ah, ¡ya basta!

Nanoka miró a su alrededor en busca de ayuda desesperada. Pero la única que parecía estar desesperada en esa situación era ella. Las chicas detrás de Shinji parpadeaban con expresión confundida, y Sachiko, con el rostro rojo, miraba hacia abajo intentando no llamar la atención.

Lo que pensó Nanoka fue que, si las cosas seguían así, Sachiko podría caer nuevamente en las garras de ese chico. …En ese momento, la única que podía protegerla era ella. Antes de que ese chico de apariencia inofensiva mostrara su verdadera cara, tenía que proteger a Sachiko.

Pensando así, Nanoka fulminó al chico con la mirada.

Pero…

—¿Qué ocurre? …¿Tengo algo en el rostro?

—A-ah, esto, eh…

En el momento en que sus ojos se cruzaron con los de él, la parte femenina dentro de Nanoka palpitó. Su útero reaccionó antes que su cabeza pudiera pensar.

Como una rana paralizada ante una serpiente, o una cebra temblando frente a un león, el cuerpo de Nanoka comprendió que él era un mujeriego arrollador con el que no podía competir.

—No es nada… —Nanoka se encogió de repente mientras decía eso.

El tono de su voz sonó como el de una fan nerviosa ante su idol atractivo favorito.

Al final, los tres universitarios, incluido Masahiko, pasaron el día con Shinji y las chicas hasta pasada la hora de almuerzo. Después de comer todos juntos en una cafetería construida en una antigua casa renovada, Shinji le dijo a Masahiko:

—Hoy fue divertido. Muchas gracias por invitarnos. Nosotros volveremos ahora a la posada, pero si podemos, nos vemos en la noche, ¿sí?

Dicho eso, el joven Shinji y las dos chicas se despidieron de los universitarios y regresaron a su alojamiento.

Incluso mientras se alejaban de ellos, Shinji seguía siendo dominado por la gal, totalmente a merced de ella, pero Nanoka y Sachiko ya lo habían entendido. Estaban seguras de que, al regresar a la habitación, esos tres volverían a tener sexo como locos.

El detonante había sido que, durante el almuerzo, Masahiko les preguntó a las chicas por sus redes sociales. Fue una simple charla casual, pero el chico, detrás de su sonrisa, ardía de celos posesivos. Era ese impulso irracional que dictaba que está bien hablar con las chicas de otros hombres, pero no que sus chicas hablen con otros hombres.

Por eso, al regresar a la habitación, Shinji seguramente las tumbaría de inmediato para dejarles claro a quién pertenecían. Y por cómo se comportaban, ellas también parecían desear exactamente eso.

—Bueno, entonces vámonos nosotros también.

En contraste, Masahiko no intentó ni siquiera tocar con un dedo los cuerpos de Nanoka y Sachiko. Aunque tenía justo al lado a dos mujeres cargadas de deseo, ni siquiera parecía notarlo.

Por mucho que compartieran gustos o personalidad, el instinto femenino dentro de las chicas universitarias iba marcando a Masahiko con un claro sello de «Macho incompatible». La balanza con la que medían a los hombres en su mente ya se había inclinado por completo del lado de Shinji.

—…Oye, Nanoka-chan. —Mientras Masahiko caminaba por delante, Sachiko se acercó a Nanoka. Tomó su mano, mientras notaba su rostro encendido por la frustración, y le susurró al oído—: Cuando volvamos… ¿por qué no le pides a Seto-kun que tenga sexo contigo también?

—…… ♡♡♡. —Nanoka bajó la mirada, pero de sus labios no brotó ni una sola palabra de rechazo.


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