El Maestro del Valiente

Capítulo 85 - Hoffman

Unas densas nubes cubrían el cielo, ocultando tanto la luz de la luna como la de las estrellas. Las hojas de los árboles crujían al soplar el viento en el bosque, pero no había señales de vida y no se oía ni un solo insecto. De repente, con un estallido, nacieron cuatro llamas, iluminando un enorme círculo mágico que cubría un claro del bosque. A las cuatro caras, las llamas danzaban en candelabros ubicados en el norte, sur, este y oeste.

 

“Por favor responde a mi llamada. Tú, aquel que clama por las almas al final del inframundo. Aquel nacido de la carne de los muertos, un abominable espíritu maligno…” Una voz viva resonó en el bosque. Un anciano recitaba un hechizo frente al círculo mágico. Mientras lo hacía, el patrón del círculo mágico comenzó a brillar de rojo. El aire vibró, y las sombras de los árboles circundantes resplandecieron como si se tratara de llamas. “…Responde a mi llamada. Ven. Abro la puerta del inframundo y te convoco aquí ahora…”

 

La luz roja del círculo mágico brilló con más fuerza que nunca. Una ráfaga de viento y el rugido como de un trueno resonaron en la zona. De inmediato, la vegetación que era movida por el viento se vio desprovista de cualquier vida.

 

“¿Quién me ha convocado?” Resonó una voz como si rugiera desde el fondo de la tierra. Flotando en el centro del círculo mágico había un esqueleto que en cuyos huesos no había rastro de piel o carne. Su tamaño era enorme, superando la altura media de una persona. No tenía cuerpo por debajo de la pelvis. "Responde, ¿quién me ha convocado?”

 

La luz roja de sus cuencas oculares parpadeó y el esqueleto volvió a preguntar. Si la muerte fuera a ser encarnada, ¿no sería este su aspecto? Sin embargo, el anciano que lo invocó no parecía temerle y abrió la boca mientras daba un paso hacia el espectro convocado.

 

“Ha pasado mucho tiempo, Ruff.”

 

Sólo esa frase. Pero con esa única frase, el esqueleto… la túnica de sombra que llevaba Ruff se sacudió. No se podía distinguir la expresión de un esqueleto, pero si fuera una persona, tendría una expresión de disgusto.

 

“Oh… oh… esa voz, tú eres… no… usted es…” Ruff inclinó la cabeza mientras bajaba su postura. “No puede ser, fui invocado por usted en este mundo, muchísimas gracias. Entonces, ¿están aquí esos tres también?”

“No estoy seguro de Lurie y Dan-kun, pero la fuerza de Freudin se redujo mucho en la batalla entre el Rey Demonio y el Valiente, así que no podrá hacer nada por el momento.”

“No puedo creer que incluso Freudin-sama… Entonces, el sucesor del Rey Demonio es…”

“Por eso te he convocado. Tengo grandes esperanzas en ti.”

“Ooohhh…” La voz de Ruff tembló con una pizca de alegría. “Me arrepentiré de decir esto, pero ¿de qué se trata esto exactamente?”

 

En el pasado, cuando Ruff vio al anciano, no, su superior, él no había estado en esta forma humana.

 

“Desde que fui manifestado en este mundo, he tomado esta forma. Es inesperadamente conveniente.”

“Ya veo. Entonces, ¿por qué fui convocado esta vez?”

“Pretendo hacer un contrato con cierto mago, y quiero que seas su guardián.”

"Un mago… es un humano, ¿no?”

“Sí, sé que es humillante para ti ser utilizado por un simple mortal, pero me gustaría que pudieras ceder en esto.”

“Por favor… no se preocupe por un ser tan insignificante como yo. Si esa es su orden, entonces yo, Ruff, estaré con este humano.”

“Te lo agradezco mucho. Ruff.”

“Por cierto…” La luz roja en los ojos de Ruff volvió a iluminarse. "¿Cómo le gustaría deshacerse de esos seres inferiores que nos han estado observando? Los eliminaré tan pronto como reciba su orden.”

 

En ese momento, un aura aterradora que brillaba como llamas se esparció. Los árboles que apenas tocaron el aura se pudrieron.

 

“Sí, sé que acabas de llegar a este mundo. Tengo otro trabajo para ti, pero creo que sería bueno que te desoxidaras con estas personas.”

“Entendido. Intentaré estar a la altura de sus expectativas.”

 

◇◆◇◆◇

 

El viento traía el olor de la muerte. Los árboles del bosque, que eran tan importantes para los elfos, se marchitaron y pudrieron en un instante. Pero ahora no era el momento de entristecerse por el bosque moribundo. Era necesario volver a la aldea lo antes posible e informar a la capital de los elfos.

 

Al notar algo extraño en el bosque, Liesbert dirigió a los guerreros de su aldea y se puso en marcha. Mientras rastreaba la presencia maligna, encontró a un hombre de pie en una zona ligeramente abierta. Un hombre mayor con el pelo blanco mezclado. Iba vestido con un frac, que se decía que llevaban los que tenían un estatus noble en el mundo humano. Frente a sus ojos había un enorme círculo mágico, que parpadeaba con una inquietante luz roja. En el centro del círculo mágico, cuando la luz roja empezó a desbordarse, apareció un esqueleto vestido con una túnica negra. No era un demonio de alto rango al que se le hubiera otorgado fuerza vital negativa, ni tampoco un demonio inmortal. El miasma que desprendía era tan espeso que distorsionaba el fondo.

 

“Ah, eso es…”

“¿Un demonio? Qué desastre…”

“¡Oye, humano! ¡Como te atreves a traer tal atrocidad a nuestro territorio!”

“¡Liesbert-sama, mostrémosles de lo que somos capaces!”

“¡Es-Esperen! No-No-No se precipiten…”

 

Sin embargo, lo que los guerreros elfos vieron fue el rostro pálido de Liesbert, el líder de la aldea y el guerrero más experimentado de la misma. Sus dientes temblaban incontrolablemente y podían escuchar el sonido del traqueteo de estos en sus oídos. La voz que alzó para controlarlos era débil, y sus manos temblaban. Un espectáculo increíble. Liesbert era un guerrero valiente e intrépido que se había ganado el respeto de su pueblo. Era el único guerrero experimentado que quedaba en la aldea, la cual había perdido a muchos de sus viejos y poderosos guerreros en la guerra contra los demonios. Un gran héroe, respetado por muchos de los guerreros elfos que le habían seguido hasta aquí.

 

Ese gran héroe estaba asustado y con los ojos bien abiertos ante un simple humano que se veía tan insignificante.

 

“E-Ese es… definitivamente. Es ese monstruo de entonces…” La voz de Liesbert temblaba. Un sudor frío goteaba por su espalda.

 

El anciano capaz de intimidar a un demonio, que liberaba tan espeso miasma. Era un monstruo que una vez había destruido por sí solo las tropas de elfos que Liesbert había dirigido. No se preocupó por el ataque de los elfos, sino que simplemente se dedicó a matar y luego desapareció, como si se hubiera cansado de ello.

 

De repente, el esqueleto que había estado detrás del anciano torció el cuello para mirar los arbustos donde se escondían los elfos. No había viento, pero algo que le recordaba a la muerte le atravesó el cuerpo.

 

“Hu… huya…” Sin embargo, más rápido de lo que Liesbert podía dirigirlos… “Ah…”

 

Un joven elfo, que estaba al frente observando la situación, le fue arrancada su mitad superior como si hubiera explotado. El líquido caliente le salpicó la cara. Cuando Liesbert volteó la cabeza con un movimiento torpe, un trozo de carne que aún mantenía su forma estaba pegado a un gran árbol muerto.

 

“Ahora, Ruff-san. Una de las razones por las que te he invocado es para darles caza. Sin embargo, lo que necesito son sus cadáveres. ¿Podrías por favor no exagerar al matarlos?”

"Comprendido.”

 

En el momento en que Liesbert escuchó esas palabras, gritó: "¡Todos, dispérsense y huyan!”

 

El grito de Liesbert se escuchó como si su garganta estuviera a punto de desgarrarse. Con esa voz como señal, los elfos se dispersaron rápidamente por el bosque y abandonaron la zona. Ellos eran elfos, los habitantes del bosque. Se movían por encima de los árboles como si estuvieran corriendo por las praderas.

 

“Lo siento mucho. Puede llevar algún tiempo deshacerse de todas las criaturas inferiores.”

“No, aparentemente entre ellos había alguien que me conocía.”

 

El elfo que estaba dando instrucciones. Mientras los demás se concentraban en Ruff, que había matado a su compañero, sólo una persona no apartó la mirada del primer hombre.

 

“Tal vez me haya visto antes, en algún campo de batalla. A veces no mato a todos mis oponentes. Si es así, esto es culpa mía. No es culpa de Ruff-san.”

“…Ya veo.”

“El hecho de que los elfos estuvieran en este lugar significa que su aldea debe estar cerca. Cuando vi la magia del laberinto del bosque, tuve alguna idea de dónde estaba, pero no fue suficiente. Hagamos que nos guíen hasta allí. Sólo hay que seguir a uno y nos llevará.”

"Muy bien, señor.”

 

El anciano asintió a Ruff, que agachó la cabeza con reverencia.

 

“Como dije antes, no te excedas. Quiero al menos cinco de ellos intactos. Ya que serían un buen material.”

 

◇◆◇◆◇

 

Al día siguiente, después de terminar el sondeo en los barrios bajos. Wynn, Leticia y Cornelia visitaron el Gremio de Aventureros para informar a Paul de los resultados de su investigación. Esperaban poder obtener también alguna información nueva del gremio.

 

Locke no los acompañó. Quería informar de los resultados de su investigación al Capitán Royce, por lo que había ido a la Escuela de Caballeros donde se encontraba el Cuerpo de Caballeros. Maldijo a Wynn, que tenía en estos momentos una flor en cada mano.

 

Cuando los tres pasaron por debajo de la entrada del gremio, encontraron a Paul en el mostrador de la recepción. Estaba charlando con un grupo de varios aventureros. Al parecer, les estaba explicando su misión.

 

El mostrador de recepción de la sucursal este del Gremio de Aventureros de Simurgh era atendido por tres personas en todo momento, excepto durante la noche, pero hoy estaba mucho más concurrido que cuando habían venido antes. La última vez que estuvieron aquí, los aventureros se alineaban sólo frente a las jóvenes sentadas a cada lado de Paul, formando una larga fila. Y en ese momento, Paul estaba mirando unos documentos en su tiempo libre, no ayudando a las chicas ocupadas, pero hoy, a diferencia de la situación del otro día, había tres equipos de aventureros más.

 

“Esto va a llevar un rato, ¿no?” Dijo Wynn, y miró alrededor del gremio. Había una multitud de aventureros buscando trabajo frente al tablón de anuncios donde se publicaban las solicitudes. Mientras tanto, la taberna anexa al gremio ya no estaba abarrotada de comensales, y varias mesas estaban vacías. “Letty. Yo haré fila, así que tú y Cornelia-san pueden esperar en la taberna y tomar algo.”

“Bien. No tiene sentido que los tres hagamos cola. Te tomo la palabra, Onii-chan.”

“Sí.”

 

Leticia animó a Cornelia y se dirigió a la taberna. Mientras Leticia y Cornelia atravesaban el vestíbulo, el gremio bullía.

 

Leticia, con su hermosa melena rubia ondeando al aire, y Cornelia, con su aspecto inocente y a la vez agraciado, eran seres únicos en un gremio de aventureros donde se reúnen individuos rudos. Un aventurero de la misma edad que Wynn, que tuvo la suerte de pasar junto a las dos chicas, se quedó de pie mirando a lo lejos. Esta actitud no se limitaba solo a ese aventurero, sino que podía verse en todo el gremio. Incluso cuando Leticia y Cornelia se sentaron en una mesa vacía, muchos las miraban. Sin embargo, algunos de ellos miraban a las chicas de forma diferente a los aventureros jóvenes.

 

Estos eran los veteranos del gremio que sabían quién era Leticia, y la mayoría de ellos se limitaban a mirar desde lejos. Algunos de ellos eran muy mayores, pero incluso estos miraban a Leticia von Mavis con asombro.

 

Algunos de los aventureros le resultaban familiares a Leticia, y ella levantaba la mano para saludarlos. También pidió un zumo para ella y para Cornelia al dueño de la taberna, con el que se conocía, e intercambió alguna conversación ligera. Los aventureros jóvenes lo miraban con envidia.

 

El gremio de aventureros, que había estado rodeado por el ajetreo y el bullicio, tenía un aire ligeramente cálido alrededor de Leticia y Cornelia.

 

◇◆◇◆◇

 

A aproximadamente media hora de estar en la fila, al fin fue el turno de Wynn.

 

“Buenas, Wynn. Siento haberte hecho esperar.”

“Buenos días, Paul-san. Parece que hoy está ocupado.”

“¿Sí? Siempre es así.”

 

Tal vez fuera porque había tratado con tantos aventureros seguidos, pero en su rostro había un atisbo de cansancio. Mientras hablaba con Wynn, enrollaba afanosamente una pila de formularios de solicitud y los miraba.

 

“Paul-san, cuando vine aquí antes, parecías estar aburrido, ¿no?”

“Supongo que entonces fue cosa de solo una vez.”

 

En cuanto Paul dijo eso, las jóvenes empleadas sentadas a ambos lados le miraron con ojos acusadores durante un momento. Ellas eran las que estaban ocupadas todos los días, y en todo caso, hoy resultaba ser un día más ocupado de lo normal, incluyendo a Paul. Eso es lo que intentaban decir. Paul sonrió con amargura y se aclaró la garganta.

 

“Entonces, ¿qué asuntos tienes hoy con el gremio?”

“Me preguntaba si hay algún informe de lo que he investigado con respecto al secuestro de un mago, y si hay alguna información nueva en el gremio desde entonces.”

 

Al escuchar las palabras de Wynn, Paul levantó la cara cuando dejó de enrollar el montón de solicitudes.

 

“Hmm…. Si ese es el caso, prefiero no hablar aquí. Supongo que tendremos que volver a usar la habitación privada de arriba.” Paul resopló y luego indicó la taberna con el pulgar de la mano izquierda. “Esas dos son demasiado llamativas para hablar en este lugar, ¿sabes? Así que no creo que vayamos a tener demasiada privacidad.”

 

Y justo cuando Paul le sonrió a Wynn.

 

“¿¡Puedes dejar de hacer eso, por favor!?” La voz de Leticia resonó en todo el gremio, y Wynn se volvió hacia la taberna con un sobresalto. “¡Lo siento, pero no tenemos tiempo para desperdiciar con ustedes, borrachos!”

 

Cuando miró, Wynn vio que, junto a Leticia y Cornelia, había un trío de aventureros con armadura de cuero. Los tres eran todavía jóvenes, tal vez de 20 años como máximo. Uno de ellos se acercó a la mesa donde estaban sentadas Leticia y Cornelia, y pareció llamarlas.

 

“¿Por qué no? Un trago. Acabamos de terminar un gran trabajo ayer, y tenemos dinero. Vengan con nosotros, les invitaremos a una copa.”

“Oh, sí. Yo las invito lo que quieran. Tengo dinero.”

“Vengan con nosotros, se la pasaran de maravilla, ¿sí?”

 

Dijeron dos de los compañeros mientras se sentaban en sus sillas, aún con vasos con alcohol en la mano. Fieles a sus palabras, la mesa en la que habían estado estaba repleta de comida, y ya había varias botellas de licor vacías por ahí. Al parecer, habían estado bebiendo toda la noche en una fiesta de celebración. A medida que sus espíritus subían, sus deseos sexuales aumentaban y les dio por acostarse con una chica. Los tres miraron a Leticia y a Cornelia de pies a cabeza con ojos que no querían perderse ningún detalle y una sonrisa vil en sus rostros.

 

“Si están usando la taberna del gremio, ¿significa eso que son aventureras o algo así? No, no creo que ser aventurero sea una buena opción para damas con tanta clase como ustedes. ¿Tal vez son las jóvenes de una familia famosa que anhelan ser aventureras?” El joven borracho siguió divagando, sin dar a Leticia y Cornelia la oportunidad de interrumpirle.

 

Poco a poco, fue acortando la distancia entre él y Leticia, que estaba sentada en una silla, con el rostro haciendo una mueca. En contraste con ellos, la expresión de Leticia se volvió más y más oscura.

 

“¡Eso es! Si quieren, les puedo contar la historia de nuestra aventura. Seguro que ustedes tienen historias interesantes que contar también.” Dijo el joven e intentó poner su mano en el hombro de Leticia.

 

¡Paf! Leticia se quitó la mano de encima.

 

“¡Oye, oye, acaso se sacudió tu mano!”

“¿Qué pasó con las grandes palabras que decías hace un momento? ¿Acaso no te funcionaron?”

“Cállense, ustedes. ¡Cierren el pico!” Se giró y gritó a sus dos amigos que se burlaban de él a la distancia, y volvió a pegar una sonrisa coqueta en su cara. “Jajaja, perdón. Oye, no seas tan grosera. Vamos, piensa que me estás ayudando a no quedar como un tonto y sal conmigo un rato. Oye, ¿podrías tú también decirle algo?”

 

Cornelia puso cara de sorpresa cuando el joven se giró para hablar con ella. Habiendo crecido en un palacio imperial, nunca había experimentado algo así. Desde hacía un tiempo, había estado observando cómo Leticia era seducida como si no fuera con ella. Se sorprendió cuando un hombre se le acercó de repente.

 

“Bu-Bueno, um…”

 

Tal vez al ver la confusión de Cornelia, el joven pensó que podría tener una oportunidad, y estaba a punto de hacer alguna otra insinuación cuando…

 

“Disculpa. Estas chicas están conmigo.” Entonces Wynn finalmente llegó a su mesa. Agarró al joven por los hombros y lo giró para cambiar de sitio con él y situarse frente a Leticia y Cornelia.

“¡Oye, qué pasa contigo!”

 

Antes de darse cuenta, se había formado un círculo de gente alrededor de la mesa de los jóvenes y la de Leticia. Aventureros de todo el gremio se habían dado cuenta del revuelo y se habían reunido para prestar atención. Los aventureros más jóvenes y los de otras ciudades lo miraban como si se les hubieran adelantado. Los aventureros más veteranos miraban a los jóvenes con lástima y una pizca de diversión. Con todos estos curiosos bloqueando su camino, Wynn no podía llegar a la mesa de Leticia y Cornelia. Era poco probable que les hicieran daño si las hubiera dejado allí, pero no era algo que Wynn pudiera hacer. Leticia era tan importante para él como si se tratara de su propia familia, y Cornelia era la ama de Wynn a la que tenía que proteger. Y tampoco le agradaba nada la situación.

 

“…Onii-chan.” murmuró Leticia con alegría al ver la espalda de Wynn. Cornelia también puso una expresión de alivio.

“Oye, ¿qué demonios estás haciendo? ¿Intentas robarme a la chica?”

“No es que intente robarlas, estas chicas están conmigo.”

 

La actitud de Leticia y Cornelia se suavizó abiertamente cuando apareció Wynn. La apariencia de las mujeres ahora debió de resultar aún más inquietante para los jóvenes. Miró con fuerza a Wynn.

 

“¡Tienes que estar bromeando, bastardo!”

“Nosotros llegamos primero. ¡No nos interrumpas!”

“¿Con quién demonios crees que estás hablando?”

 

Los amigos del joven que habían estado sentados también se levantaron de sus asientos y rodearon a Wynn. Leticia y Cornelia se levantaron ligeramente cuando lo vieron, pero Wynn hizo un gesto para que no se preocuparan. Él les devolvió una mirada sin miedo. Desde el punto de vista de habilidad, incluso si atacaran los tres juntos, Wynn no tendría que esforzarse mucho. La reacción de los espectadores que veían la escena era variada. Los que conocían a Wynn y a las demás se encogían de incredulidad, mientras que los que no, animaban irresponsablemente a los jóvenes en previsión de una posible pelea por una mujer. Tanto Leticia como Cornelia llevaban un aire de nobleza que ningún aventurero podría alcanzar. Los espectadores vitoreaban más a los jóvenes que a Wynn, que tenía dos chicas. El ambiente era tenso. Pero…

 

“¡Sí, sí, ya basta!” Paul, que por fin había atravesado del círculo de gente mientras era empujado por los curiosos, dio dos palmadas en el aire. “Las peleas en el gremio no están permitidas, ¿de acuerdo? No hace falta que los expulsen, pero si no quieren que los sancionen, ya déjenlo así.” Dijo Paul con una cara muy cansada.

 

Es seguro que podrás imaginarte lo agotador que era arrastrar una pierna lisiada y zigzaguear entre la multitud de aventureros, todos ellos de buen porte. Intentó llegar al lugar de la conmoción al mismo tiempo que Wynn, pero llegó al centro de la lucha incluso más tarde que él.

 

“¡Pero Paul, este tipo trató de robar a la chica con la que estaba hablando primero!”

“Robártela, eh…” Paul suspiró ante las acusaciones del joven. “Incluso si dices que te la está robando, solo por su apariencia, es obvio que él es su compañero.”

 

Leticia y Cornelia se levantaron y se colocaron a ambos lados de Wynn.

 

“Además, ustedes los que no llevan mucho tiempo en esta ciudad puede que no lo sepan, pero Wynn es un aventurero que pertenece al gremio. También es un hombre con mucho talento. Y yo sé que estas chicas son sus compañeras. No, no soy sólo yo. Todos los veteranos de este gremio lo saben, ¿verdad?”

 

Algunos de los viejos aventureros asintieron a las palabras de Paul con una sonrisa en la cara. Al ver esto, los jóvenes también se callaron.

 

“Oigan, ustedes acaban de volver de un gran trabajo con éxito. Deberían parar aquí antes de que se avergüencen más a sí mismos.”

 

◇◆◇◆◇

 

El vizconde Hoffman era de una familia prominente que formaba parte de la familia del Marqués Cliffdorf, actual líder de los Caballeros Centrales. Su territorio también se encontraba en las cercanías. Originalmente una rama de los Cliffdorf los conectaba en el árbol genealógico, pero la diferencia entre el vizconde y el marqués era que el vizconde pertenecía a una familia de magos de prestigio, incluso habiendo generado a varios magos de la corte, y que se decía eran los que estaban a cargo del departamento de magia de la familia del Marqués.

 

El principal trabajo de los magos de la corte era investigar nuevas magias y herramientas mágicas en tiempos de paz. Además, analizaban la magia ancestral que dejó el antiguo reino de Rentheim, que ostentaba el mayor poder de la historia, y las herramientas mágicas excavadas en sus ruinas. Además, analizaban el legado del antiguo Reino de Thane, que ostentaba el mayor nivel de tecnología mágica. En caso de guerra, su trabajo principal era apoyar a los caballeros desde la retaguardia y desplegar magia ofensiva de grado estratégico a gran escala y magia de defensa de bases a gran escala utilizando magia ritual.

 

En resumen, trabajaban principalmente desde la retaguardia sin llevarse la peor parte del fuego enemigo, por lo que, aunque todo su trabajo era importante para la política nacional, los caballeros del frente tendían a considerarlos como un grupo de comelibros y los despreciaban. Por su parte, los magos de la corte también tendían a despreciar a los caballeros por ser un grupo que sólo sabía luchar, y los dos bandos no se llevaban muy bien, aunque no estaban enfrentados.

 

No sólo el Imperio tenía esta estructura, esta se podía encontrar en cualquier país, grande o pequeño.

 

“Vizconde Hoffman…”

 

Royce estaba sentado profundamente en su silla y leía el informe que recibió de Locke. Apoyó los codos en su escritorio, cruzó las manos y apoyó la barbilla en ellas para que sus pensamientos fluyeran.

 

El Marqués Cliffdorf. No hacía falta decir que era un gran noble que representaba al imperio, y que venía de una una prestigiosa familia militar reconocida, que tenía su territorio en la parte sur del imperio. El nombre del actual jefe de la familia era Welt van Cliffdorf. Como jefe de los Caballeros Centrales, el mayor de los tres ejércitos del Imperio, ostentaba el rango de general y tenía una enorme influencia no sólo en el ámbito militar, sino también en el político. Además, había ido nombrando a personas de su familia para que ocuparan cargos importantes, y había construido la mayor facción de la nobleza, tanto en nombre como estatus, y estaba orgulloso de su poder. La razón por la que el Marqués Cliffdorf se había hecho tan poderoso era que el actual emperador, Alexei, tenía un fuerte sentimiento de culpa para con él.

 

Lucrezia von Cliffdorf, ahora fallecida, fue la esposa de Welt, una mujer de la realeza de un pequeño país anexionado por el Imperio. La razón por la que Welt, que había nacido en el seno de la prestigiosa familia Cliffdorf pero que no tenía logros significativos, llegó a tener una voz fuerte en el centro del imperio fue por los tremendos logros de Lucrezia. En la Alianza Continental Anti-Demonios, los generales que fueron llamados las joyas gemelas del imperio, junto con el antiguo jefe de Royce y Kelvin, el general Zaunas von Laifes.

 

Tanto Royce como Kelvin conocían a Lucrezia. En contraste con su ilustre historial bélico, ella solía ser una mujer de personalidad apacible. Sin embargo, una vez en el campo de batalla, desarrollaba sus tácticas con instrucciones precisas. Fue una excelente comandante, especialmente en las batallas defensivas y de retirada, y gracias a ella se salvaron muchos caballeros y soldados. Cuando se enteraron de su muerte, no sólo el Ejército Imperial, sino también todo el ejército de la Alianza Continental Anti-Demonios, se pusieron de luto. Era un nombre que tenía un gran peso para el imperio, y un nombre que tenía un significado especial para Royce y los otros que volvían del frente. Por eso, muchas de las fuerzas Anti-Cliffdorf eran nobles y caballeros que habían luchado con Lucrezia en el frente, y por eso los métodos actuales de Welt parecían estar manchando su honor.

 

En la actualidad, Welt, que había fortalecido su posición dentro del ejército, estaba mostrando también movimientos para fortalecer aún más su posición dentro de los Magos de la Corte. Se consideró que con quien comenzó fue con la familia del Vizconde Hoffman, que Locke dio a conocer en su informe. Y el Vizconde Hoffman era miembro de la Orden de los Magos de la Corte, que tenía una relación antagónica con los Caballeros. El emblema del carruaje que vio Locke y el testimonio de los hombres que vivían en los barrios bajos solamente hacían que fuera difícil para el pelotón de Royce entrar de frente en la mansión del vizconde Hoffman, un mago de la corte y un bien establecido noble. El oponente era un noble de prestigio. No bastaba sólo con el testimonio de los residentes de los barrios bajos, sino también con pruebas sólidas, lo que dificultaba tomar acciones. Si las pruebas eran vagas, provocarían una reacción. Royce era el antiguo segundo al mando del general Zaunas, el cabecilla del golpe de Estado que ocurrió el año pasado. Si cometiera un error, esto podría ser aprovechado, y el desastre podría extenderse a su territorio.

 

Se informó de que Kelvin, que se había arrojado a los barrios bajos, había entrado en contacto con un hombre que parecía ser el comandante del ejército que había atacado un asentamiento cerca de la frontera de Petersia. No había certeza de si podía estar relacionado con los secuestros, el marqués Cliffdorf, el vizconde Hoffman, e incluso el Reino de Petersia, pero mientras puso a su Alteza Imperial en peligro, incluso se inclinó ante el Jefe de los Magos de la Corte y los Caballeros de la Corte para infiltrarse en ellos. Tenía que obtener resultados. Royce abrió los ojos y miró alrededor de la habitación. Originalmente, la oficina era para ser utilizada por un número máximo de diez personas del pelotón. Sin embargo, el pelotón de Royce, que no era bien recibido por las altas esferas de los Caballeros Centrales, no había sido reabastecido y sólo tenía cuatro subordinados.

 

‘Al final, el número de personas no llegó a juntarse…’ Royce sonrió con amargura y tomó una hoja de papel.

 

Cuando vio el documento con la firma de Alfred, tuvo la impresión de que había llegado el momento. Era por esta razón que Zaunas, el oficial superior de Royce y Kelvin, los había mantenido al margen del golpe. También sabía que, tarde o temprano, éste se produciría cuando Wynn se incorporara como sirviente. Tiró los papeles y abrió el cajón inferior de su escritorio. Dentro había una enorme pila de cartas. Todas eran de sus esposas en la mansión. Mientras recogía las cartas una por una, dejó escapar un gran suspiro.

 

‘No estoy seguro de que vaya a poder llevar una vida tranquila en mi territorio por el momento…’

 

◇◆◇◆◇

 

“¿Raymond? ¿Has dicho Raymond, el mago de la corte?” Paul, quien sacó a Wynn y las demás de la taberna del gremio de aventureros, los guió a una habitación privada en el segundo piso del gremio, gritó asombrado por el nombre que salió de la boca de Wynn cuando empezó a hablar.

“Paul-san, ¿sabes algo de Raymond, el Vizconde Raymond von Hoffman?”

“No sé nada de este Hoffman o lo que sea, pero sí sé de un mago de la corte llamado Raymond. No soy sólo yo. Ustedes también lo conocían, ¿no?” Paul miró a Wynn y a Leticia.

 

Wynn y Leticia se miraron por reflejo, pero ninguno lo conocía.

 

“Creo que conocí al mago Raymond cuando comencé a trabajar para Su Alteza Cornelia como sirviente…” Wynn se cruzó de brazos y miró al techo, reflexionando. Él creía que esa fue la primera vez que conoció a Raymond, se mirara como se mirara. No recordaba haberlo conocido antes de eso. En cuanto a Leticia, ella sólo conocía la cara de Raymond por el boceto que le había traído Locke.

“Cuando estuviste ahí por primera vez… eso significa que fue reciente, ¿no? Entonces tal vez sea una persona diferente al Raymond que yo conozco…” Al ver la reacción de los dos, Paul susurró con voz insegura.

“Um… ¿qué clase de persona es este mago Raymond que dice conocer Paul-sama?”

“Bueno… ya han pasado siete u ocho años, ¿no? Wynn, Letty, ¿recuerdan el primer trabajo que tomamos como grupo?”

“Laura-san y Lina-chan. Ese fue el trabajo donde las conocimos, ¿verdad?” Cuando Wynn dijo eso, Paul asintió.

 

Cornelia también había escuchado esa historia de Wynn antes. La historia de cómo Wynn y Leticia, cuando eran jóvenes, habían derrotado a un demonio sin que nadie lo supiera. La verdad es que se había provocado una crisis en la capital imperial. Incluso hubo registros falsificados por los altos mandos que temían que se descubriera su negligencia.

 

“En ese momento, hubo un caballero y un mago que fueron enviados, ¿verdad? El nombre de ese mago era Raymond.”

“¡No puede ser!” Gritó Wynn sorprendido, y los ojos de Leticia se abrieron de par en par.

“No se enteraron de su nombre, ¿verdad? Por cierto, Wynn estaba herido y dormía, y Letty estaba siendo demasiado tímida… ¿Recuerdan algo sobre Oort-san y los otros?”

“Sí que los recuerdo.” Wynn asintió, pero Leticia parecía preocupada.

 

Oort, Louis e Eliza. Estos fueron los aventureros que, junto con los jóvenes Wynn y Leticia y el aún aventurero Paul, fueron a luchar contra los demonios con cabeza de perro. Eran un grupo de aventureros expertos que trabajaban principalmente en la exploración de ruinas y zonas inexploradas; un trabajo que sólo se concedía a los aventureros con verdadera habilidad. Después de ese incidente, se marcharon y nunca los volvieron a ver.

 

“Jajaja… Sabía que no te acordarías, Letty.”

 

Leticia se sonrojó cuando Paul se burló de ella. Leticia, cuando era muy joven, no se separaba de Wynn. Mientras trabajaba como aventurera con él, hubo algunas personas, incluido Paul, con las que se hizo cercana, pero básicamente seguía actuando solo cerca de Wynn. No, eso no había cambiado. Ella no podía abrazarlo con la misma inocencia que entonces; bueno, ojalá pudiera, pero no debía. Al pensar en ello, recordó las cosas que había hecho cuando era una niña, y tanto la cara como el cuello de Leticia se pusieron rojos.

 

“En aquella batalla contra el demonio Veldaroth, fue Oort quien tomó el liderazgo. Él fue el que habló con Raymond-san la mayor parte del tiempo, y es natural que ustedes, que eran apenas unos niños, no lo recuerden.”

 

Wynn tenía nueve años por aquel entonces. Fue hace unos siete años. Aunque hubiera escuchado el nombre del mago en ese momento, no era de extrañar que lo hubiera olvidado. Pero, aunque hubiera olvidado el nombre, había algo que le molestaba.

 

“Pero, Paul-san, estoy seguro de que el mago de la corte Raymond al que te refieres y el Vizconde Raymond von Hoffman son dos personas diferentes.”

 

El mago de aquella época… Wynn no recordaba exactamente qué tipo de persona era Raymond, pero debía de tener unos veinte años. Y el Raymond que conoció en el Palacio Imperial era un joven delgado, también de unos veinte años. Era difícil creer que fueran la misma persona.

 

“Hmm… según lo que me cuentas, ciertamente suena como una persona diferente.” Paul también resopló mientras se cruzaba de brazos. “He oído que, en el momento de ese incidente, el Mago Raymond fue transferido a un territorio remoto de otro noble, así que podría ser una persona diferente después de todo.”

“Um… en ese caso, ¿por qué no comprueban los registros en la Oficina de Personal?” Cornelia, que estaba escuchando en silencio la conversación, interrumpió.

“¿Oficina de Personal?” Cornelia asintió a Wynn, que preguntó.

“Sí. Los nobles del Imperio y todos los que sirvieron al imperio debieron ser registrados en la Oficina de Personal. Creo que podemos averiguar si el Mago de la Corte Raymond al que se refiere Paul-sama es la misma persona que el Vizconde Raymond van Hoffman.”

“Ya veo. Pero me pregunto si la oficina de personal nos permitirá a los caballeros ver los documentos de los magos de la corte… ¡oh!”

“Sí. Si yo lo solicito, creo que puedo tener acceso a la mayoría de los registros de la oficina de personal, ¿no?”

 

Como si dijera “déjalo en mis manos”, Cornelia Lau Root Lemmroussel, la Primera Princesa del Imperio Lemmroussel, sonrió.


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