El Maestro del Valiente
Capítulo 84-5. Lo que acecha en la oscuridad de la Ciudad Imperial (IX)
Nota: En realidad este debería ser el capítulo 85 (que por error mío no lo vi en su momento y por lo tanto no lo traduje), pero para no cambiar todo en el índice de la novela, queda como el 84-5.
Tarde en la noche, la hora en que incluso los bares con horarios de apertura tardíos estaban cerrando sus puertas. Una carreta traqueteaba a lo largo de una callejuela apartada de la vía principal de la capital imperial, sus ruedas haciendo ruido al andar.
“Hay algunos trabajos en este mundo que son tan fáciles que te pueden pagar tanto sólo por sentarte así.” Kelvin, que estaba sentado en el asiento de conductor de un carruaje para dos, hablaba con el cochero sentado a su lado. “Me pregunto qué es lo que llevan tan tarde y en secreto, en vez de a la luz del día.”
“…………”
“Incluso en las puertas de la ciudad, los burócratas no parecían estar inspeccionando la carga, lo que sugiere que debe pertenecer a algún hombre muy importante como un…”
“¡Qué ruidoso! ¡Cállate de una vez!” El hombre sentado junto a Kelvin le interrumpió mientras este hablaba, y le dijo, en tono malhumorado
“Pero, ¿no te importa en lo más mínimo? ¿Qué hacen a escondidas, contratando a gente como nosotros, con menos ética que una rata, por tan altos sueldos?”
“Se supone que debemos callarnos y llevar lo que nos dicen a donde nos dicen que lo llevemos.”
“Tu trabajo es llevarlo, y mi trabajo es estar preparado para cualquier emergencia… Pero si tenemos que ser tan cuidadosos, ¿eso no significa que la carga es en realidad todo un tesoro? ¿Qué te parece? ¿Qué tal si nos llevamos este carro y su carga con nosotros?”
El hombre fulminó con la mirada a Kelvin, que dijo en tono frívolo.
“Uy… que era broma… una bromita de nada. No tienes que verte tan aterrador, es un trabajo fácil que paga muy bien. No querría cagarla y perderlo.”
“…También hay dos hombres bastante hábiles que van en la parte de atrás. Si haces cualquier cosa, eres hombre muerto.”
“Sí, sí.” Kelvin se encogió de hombros bromeando. El hombre se quedó mirando el perfil de Kelvin durante un rato, pero a Kelvin no le importó y dio un gran suspiro. “Voy a echarme una siesta, así que por favor despiértame cuando lleguemos.”
“¡Eh!” Le gritó el hombre a Kelvin, que se estaba apoyando en el respaldo del asiento del vagón y había empezado a ponerse en posición de dormir, pero Kelvin cerró los ojos sin darle importancia.
“Estará bien. Si ocurre algo, me aseguraré de ganarme la paga.”
Kelvin agitó la mano en el aire. El hombre chasqueó la lengua, molesto por aquella actitud, pero luego suspiró resignado y volvió a agarrar las riendas.
Kelvin se había callado, y los únicos sonidos en las callejuelas al anochecer eran el repiqueteo de los cascos de los caballos y el traqueteo de las ruedas. De vez en cuando, también se oían los ladridos de los perros callejeros y el sonido de los insectos.
Debido a la hora, no había peatones en la zona. No había nada que bloqueara el paso del carro, pero el hombre llevaba el caballo con cuidadoso control de las riendas, preocupado de la carga en el interior.
Por lo tanto, no reparó en él. Kelvin tenía los ojos cerrados y parecía haberse quedado dormido, pero había una extraña tensión en su cuerpo.
Justo cuando el carruaje se acercaba a la esquina de la calle, un intenso destello de luz atravesó la oscuridad y quemó los ojos del hombre que hacía de cochero.
“¿¡Gaaaahhhh!?”
El caballo, sobresaltado por el destello de luz, se desbocó, y el carruaje se balanceó de lado por el callejón y se estrelló contra un edificio con un gran estruendo. El hombre salió despedido de su asiento y se estrelló contra el callejón por el impacto.
“Ga… uugh…”
Kelvin, que había saltado del carruaje justo antes de la colisión, adoptó una postura pasiva y se levantó en el acto, luego gritó con fuerza para que le oyeran en el interior del carruaje, que se había detenido tras chocar contra el edificio.
“¡Enemigos!” La voz de Kelvin fue fuerte y alta, pero, por otro lado, agitó la mano en el aire. Desde la fuente del fuerte destello de luz, dos figuras vinieron corriendo hacia Kelvin.
“Carajo… ¿y ahora qué?”
“¿…Un ataque?”
La puerta del carro se abrió, y dos hombres salieron a trompicones del interior. Sus rostros estaban ocultos por máscaras negras, y sus ropas eran oscuras, como para mezclarse con la oscuridad. En sus manos llevaban espadas que aún no habían desenvainado.
“Parece que son dos.”
Cuando Kelvin señaló a las figuras que corrían hacia ellos, los hombres desenvainaron sus espadas, tiraron sus vainas y se prepararon. Al ver esto, las figuras que corrían hacia ellos también se detuvieron en seco.
“Maldición… aún me siento mareado.”
Kelvin se acercó sigilosamente por detrás de los dos enmascarados negros sin hacer ruido. Cuando sus manos tocaron los hombros de estos, un destello de luz brilló. Los dos hombres se sacudieron un instante, sus cuerpos se estremecieron, y luego se desplomaron en el acto.
“…Uf.” Mientras Kelvin tomaba aliento, las figuras que habían estado corriendo hacia él se le acercaron con una sensación de inquietud.
“Gra-Gracias por su duro trabajo. vicecapitán~.”
“Gracias por su duro trabajo.”
Lino miró temerosa a los dos enmascarados que yacían en el suelo y preguntó a su superior, que seguía sonriendo con suficiencia.
“¿Qué fue eso?”
“Es magia. Se usa para torturar.”
“¿…To-Torturar?”
Kelvin asintió sonriendo a Lino, que estuvo ligeramente a punto de retroceder.
“Lo más importante es recordar que se trata de una magia de concesión que aplica una descarga eléctrica. Si la usas con la potencia equivocada, puede matar, pero dependiendo de cómo, también puede dejar inconsciente así y mantenerte con una buena cantidad de dolor.”
Con expresión crispada, Lino se quedó mirando al enmascarado de negro que Wedge estaba a punto de atar, echando espuma por la boca. En ese momento…
“Puto… desgraciado… nos… traicionaste…” El otro enmascarado de negro sólo levantó la cara y miró con odio a Kelvin.
“¿Oh?”
“…No creas… que podrás irte… de rositas…”
Kelvin se acercó al hombre con el rostro inexpresivo. ¡Gon! Un sonido sordo. El hombre enmudeció.
“Hm… era un tipo bastante duro, ¿verdad?” Murmuró Kelvin con un tono de voz admirativo mientras balanceaba la pierna derecha hacia abajo y golpea la cabeza del hombre contra el pavimento adoquinado. “Como ven, se necesita una gran habilidad para utilizar esta magia con eficacia, ya que algunos individuos pueden ser capaces de resistirla.”
No es que haga falta ser tan habilidoso.
Pensaron al mismo tiempo Lino y Wedge mientras escuchaban a Kelvin hablar de ello como si fuera lo más normal del mundo.
◇◆◇◆◇
“Me pregunto si debería llevarme éste… y éste también…” Lino se agachó en una caja del carro y rebuscó entre la carga en su interior.
“Por favor, date prisa. Deben irse de aquí antes de que el cochero recupere el conocimiento.” Kelvin, que estaba mirando a su alrededor, apresuró a Lino.
“A la órden. Oh, Wedge, llevemos este libro de aquí también.”
Se suponía que los edificios de alrededor eran residenciales, pero no apareció nadie. El carruaje se había estrellado muy violentamente. No importaba lo profundamente que estuvieran dormidos los vecinos, se habrían despertado sobresaltados, pero probablemente tenían miedo de involucrarse.
Se había dispuesto que los guardias estuvieran entre bastidores y llegaran tarde. Poco después, Lino saltó del carruaje.
“Vicecapitán~, creo que he sacado lo más importante.” Lino le informó a Kelvin, dando golpecitos a la bolsa que sostenía Wedge.
“Entendido. Bien entonces, los llamaré si hay algo más, así que, por favor, vuelvan los dos con cuidado.” Kelvin saludó, hizo un gesto con la mano a los dos mientras salían corriendo, y luego levantó al inconsciente cochero y le dio un remesón.
“…guh.”
“¿¡Estás bien!?” Se dirigió al cochero con un tono que parecía preocupado por él.
“¿Qué… qué rayos…?”
“Nos han atacado.”
“¿De-De verdad?”
“Pero no te preocupes. Los atacantes han sido ahuyentados, y ahora los otros dos fueron a ahuyentar a los ladrones.”
“Ya veo…” El cochero dejó escapar un suspiro de alivio. En efecto, los dos enmascarados yacían en las sombras del edificio, fuera de la vista del carruaje. Los guardias los recuperarían más tarde.
“Entonces, ¿qué pasó con la carga?”
“Está bien. Pero creo que el impacto de la colisión con el edificio se ha roto en parte.”
Esto también ayudaría a disimular los rastros de la búsqueda de Lino.
“Está bien… eso era inevitable. ¿El caballo está a salvo?”
“Sí, y por lo que parece, tampoco se ha roto ninguna pata.”
“¿Puedes mover la carreta? Salgamos de aquí antes de que lleguen los guardias.”
“¿…Y los hombres que salieron persiguiendo a los que nos atacaron?”
“Si nos movemos, volverán al punto de encuentro.”
“Entendido. ¿A dónde te dirigías?”
Aunque lo había escoltado así tres veces antes, a Kelvin siempre lo dejaban cuando se acercaba a la parte noble de la ciudad. Parecía que sólo a los sirvientes de confianza se les permitía ir más allá de ese punto hasta el lugar donde estaba su empleador. Probablemente fuera por precaución. Pero al cochero aún le ardían los ojos y no sabía cuándo los guardias oirían el alboroto y vendrían corriendo. Él entonces tomó la decisión de que Kelvin entregara el paquete.
“Te diré dónde ir. Sube a la carreta.”
“Entendido.”
Kelvin sonrió mientras le prestaba su hombro para darle apoyo y le ayudaba a sentarse en el vagón.
◇◆◇◆◇
“¡No está nada bien! ¿Qué quieres que haga con un material de este calibre?”
La expresión de Jade era como si se hubiera tragado un bicho amargo mientras el mago que tenía delante le gritaba y hacía un berrinche. Era tan irreverente como siempre con el heredero de la familia del marqués. Jade contuvo con una mano a sus subordinados, que estaban molestos por la actitud irrespetuosa del mago hacia su amo, y desvió su atención hacia un montón de sacos de lino que había en un rincón de la habitación. Los sacos eran lo suficientemente grandes como para que cupiera un adulto en ellos. Estos, iluminados por la luz de los candelabros, estaban manchados de un negro rojizo, y manchas negras se extendían por el suelo. Jade señaló los sacos con la barbilla, y sus hombres siguieron rápidamente sus instrucciones y se dirigieron a uno de los sacos. Luego de cargarlos sobre sus hombros, los dejaron en el piso de la habitación. Con Jade de pie en la entrada de la habitación, sus hombres que llevaban los sacos pasaron junto a él.
“Ugh…” El terrible olor que le pasó por la nariz y le llegó al cerebro hizo que soltara involuntariamente un gemido y se llevara la mano a la nariz.
“Kukuku…”
Una risa burlona. La boca del mago se torció en una sonrisa y su cuerpo tembló. Al oír la risa, uno de los subordinados de Jade que estaba fuera de la habitación se dio la vuelta. Miró furioso al mago, pero reprimió sus emociones cuando vio que Jade agitaba la mano en el aire como diciendo: “Lárgate de aquí”. Pero siguió mirando al mago. Pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los de este, que lo miraba desde debajo de su capucha, el rostro del subordinado palideció. Entonces salió corriendo de la habitación. Como si dijera: “Si te quedas aquí más tiempo, puedes convertirte en uno de esos abominables especímenes, como pasaría con los contenidos de los sacos de lino.
“Son de mala calidad.” El mago, que había estado observando a los hombres que salían de la habitación con una mueca en la cara, murmuró algo sobre la calidad de los sacos de lino. “Lo único que llega estos días es basura inútil. Nunca podré completar mi investigación.”
La queja del mago fue escuchada en silencio por Jade, que abrió la boca.
“Estoy seguro que el número de ellos es el indicado.”
“Maldición, no es sólo cuestión de conseguir los números. ¿No lo ves? ¡Estamos tan cerca… tan cerca!”
“¿Cuánto tiempo llevas diciendo eso? Hemos preparado todo lo que podemos. Arriesgué todo para conseguir el legado de Conrad Heisenberg de Lyon, y te lo mostré. Estamos esperando a ver lo que puedes hacer. No lo olvides.”
“Entonces haz lo que te digo y prepara sujetos de mejor calidad. En lo posible quiero uno joven… como esa hija de noble que trajiste antes. Y que sea rápido.”
“Maldición, es fácil para ti decirlo.”
“Si es para experimentar, no me importa si el material es de mala calidad. Pero para verificar si tuvimos éxito, tienen que ser materiales de mejor calidad. Hasta ahora sólo he tenido dos cuerpos con los que podría estar satisfecho. Eso no me dice si realmente he tenido éxito o no. Para estar seguro, tengo que repetir el experimento y verificarlo. En primer lugar, si tenemos éxito, tu campamento se verá muy reforzado, ¿no? ¿Por qué no eliminas a los nobles de tu facción como mejor te parezca? No sería difícil de lograr si tu casa lo ordenara, ¿no?”
“Tonterías… ellos también son nuestros partidarios, ¿sabías?” Los ojos de Jade se abrieron involuntariamente. Había un deje de decepción en su voz.
Era cierto que los Cliffdorf habían ejecutado una vez a un capitán llamado Feil, que pertenecía a su propia facción, para cargar con la culpa de una batalla perdida. Pero en aquella ocasión, sólo se estaban deshaciendo de una persona que no era beneficiosa para su facción. También había una razón clara para ello, aunque en realidad era un artificio creado por Jade para hacerle responsable de la derrota. Sin embargo, si enviaba a un desaparecido de su propia facción para utilizarlo como sujeto de pruebas del mago, y la cosa no iba bien, se levantarían sospechas contra la familia Cliffdorf, y la facción se derrumbaría. ¿Quién, de todas las personas, haría algo que socavaría su propia facción?
“La finalización de tu investigación es nuestra máxima prioridad, pero no entregaré a aquellos compatriotas que apoyan a nuestra facción. Ellos también están pagando una tremenda cantidad de dinero por tu investigación.”
“Tch.”
Oyó al mago chasquear un poco la lengua.
“Entonces, ¿por qué no encuentras a una persona adecuada entre los nobles que están en tu contra? No tienen que ser nobles, podrían ser caballeros. Tu padre es un general de la Orden Central. Los puede engañar para traerlos aquí, ¿no?”
“¿Y qué hacemos con los caballeros que desaparecen por la orden del Caballero Comandante? Pasaría lo mismo. Además, los Caballeros ya se han dado cuenta de nuestros movimientos y ya están en marcha. No hay necesidad de alardear, aunque sea como lo planeamos.”
“Tch… eso no es lo que me preocupa. Si estorban, ¿por qué no te deshaces de ellos?”
Jade fulminó al mago con la mirada, pero él ni siquiera lo miró. Echó algunos productos químicos en una olla sobre el horno y empezó a remover. De la olla salió un humo acre y la habitación se llenó de un fuerte olor. Jade sacó un pañuelo y se tapó la nariz y la boca. También sintió dolor en los ojos. El mago siguió removiendo la olla mientras tarareaba una melodía.
“Pero esos dos con los que dices que has tenido éxito, deben ser realmente útiles, ¿no?”
“Ni idea.”
Ante la pregunta de Jade, el mago que removía la olla respondió inmediatamente sin mirarle.
“No lo sabré hasta que los pruebe para ver lo bien que funcionan.”
“Hmm…”
El mago le insistió aún más a Jade, que se llevó la mano a la barbilla y se lo pensó.
“Si los Caballeros están en medio, ¿por qué no nos desquitamos con ellos? Es una buena oportunidad para probar su rendimiento y recoger especímenes, ¿verdad?”
“Te lo dije, no quiero llamar de más la atención.”
“Bueno, entonces no hay forma de verificar su efectividad.”
Jade escuchó la respuesta y exhaló pesadamente, molesto.
“…Tengo una idea de un material con un gran poder mágico.”
“¿Ah, sí?”
“Estoy seguro que tiene el fuerte poder mágico que requieres.”
“¡Tch, entonces tráemelo rápido! ¡Ahora! ¡De inmediato!”
“No es algo que pueda ser transportado tan fácilmente.” Jade dijo con tono brusco.
“¿Y eso qué? ¿No puedes hacer que funcione solo dando el nombre de tu casa?”
“Quiero tomar todas las precauciones, por si surgiera alguna cosa.”
“Hmm… ¿quieres decir que es difícil traerlo a la capital imperial? Si ese es el caso, puedes hacer que lo lleven a la ubicación de antes y yo puedo ir allá.”
“¿Seguro que no quieres investigarlo aquí?”
“Si puedo conseguir algo de buena calidad, no me importa ir a buscarlo. Además, sería mejor para ti después si tenemos unos cuantos más cerca de tu territorio, ¿no?” El mago sonrió torciendo la boca y miró a Jade de arriba abajo.
“Estoy de acuerdo. Y aunque fue en los barrios bajos, creo que puede que hayamos cazado demasiado en poco tiempo. Como he dicho antes, los caballeros se están poniendo realmente molestos. Puede que sea hora de que hagas algo con ellos también.”
“Tch… bueno, claro. Parece que hay otros además de los Caballeros que están husmeando sobre mis asuntos.”
“¿Otros aparte de los Caballeros?”
“Es un asunto privado. No necesitas preocuparte por ello.”
Jade enarcó una ceja ante estas palabras, pero el mago no dijo nada más y se volvió de nuevo hacia la olla. Así las cosas, volvió a remover lentamente el contenido.
“Pero voy a ordenar a mis hombres que estén preparados para cualquier eventualidad. No quiero que tu presencia salga a la luz hasta que pase algo.”
“¿Cuándo?”
“En menos de un mes habrá una visita de buena voluntad a Lyon. Pero la visita de buena voluntad es sólo de nombre, nadie se lo cree. Petersia también está irritada.”
“Tch, en lo que se refiere a asuntos de país a país, no me interesa. Pero…”
“Cuando los enviados dejen la capital imperial, ese es el día en que haremos nuestro movimiento. Quiero resultados para entonces. Quiero mostrar que has sido una buena inversión hasta ahora.”
“Una buena inversión hasta ahora…” El mago se rio. “Tch, bueno, he estado pensando que me gustaría usarlos en una batalla real pronto también. No hay problema. Puedes usarlos a tu antojo.”
“Entonces que así sea.” Dijo Jade, giró sobre sus talones y salió rápidamente del sótano del edificio. Dentro de los terrenos del palacio imperial, cerca del muro exterior de la sección donde se encontraban varios edificios de investigación para magos de la corte. Era el lugar más apartado. Aunque ya era de noche, se oyó un ruido. Un carruaje se detuvo, y los hombres que acababan de salir cargados con sacos de lino descargaban el equipaje en el interior. Al parecer, después de descargar el equipaje, iban a empaquetar los sacos que habían sacado del sótano. Jade arrugó la nariz ante el olor que flotaba en el aire, aunque era mejor que el del laboratorio del mago, a pesar de haber ido hasta fuera.
“Buen trabajo.”
“¿Klaus?”
Jade, que había estado observando el trabajo sin fijarse mucho en lo demás, fue abordado por Klaus, su subordinado de confianza.
“He recibido informes de que hemos sido atacados por quienes parecen ser caballeros.”
“Ya veo.”
“La escolta luchó contra ellos, pero dos de los hombres han desaparecido.”
“¿Ah, ¿sí?”
“Según los que estaban allí, persiguieron a los que les atacaron, y es posible que fueran capturados en su lugar. Así que, sólo para estar seguro, me gustaría poner una escolta a su lado, ¿puedo?”
“Permiso concedido.”
“Entendido, señor.”
Con estas palabras, la presencia de Klaus desapareció. Cuando se dio la vuelta, ya no había nadie allí. Jade se alejó con los hombres que estaban empacando los sacos de lino en el carro. No se dio cuenta ni hasta el último momento de que un hombre le vigilaba las espaldas.
◇◆◇◆◇
La casa de Lino von Halen se encontraba en el recinto al sureste de la capital imperial. La familia de Lino era “von”, unos nobles menores, pero era una familia aristocrática legítima. La historia de la familia como nobles era corta, y el linaje familiar se remonta a su bisabuelo, que era farmacéutico. Sin embargo, su abuelo, que se hizo caballero en lugar de farmacéutico, consiguió notables logros en el campo de batalla, y los Halen se convirtieron en una de las últimas familias nobles. El padre de Lino, sin embargo, no se hizo caballero como su abuelo, sino que eligió el camino de la farmacéutica, que se había transmitido de generación en generación. Si nadie de la familia hubiera sido nombrado caballero o hubiera desempeñado un cargo en el imperio, habrían tenido que renunciar a su nobleza, pero su abuelo, arrepentido de ello, inscribió a Lino en la Escuela de Caballeros, donde se convirtió en caballero tras algunos vericuetos, y los Halen se mantuvieron entre los miembros más jóvenes de las familias nobles.
La casa de la familia Halen era una casa particular corriente, como las casas de los plebeyos de la ciudad. La parte delantera se utilizaba como almacén donde se exponían diversos medicamentos. Lino, que había vuelto a casa de sus padres acompañada de Wedge, saltó por la entrada de la tienda y llamó a su madre, que estaba atendiendo la tienda.
“Mamá, estoy en casa.”
“Oh, Lino, ¿ya estás de vuelta? Wedge, tú también estás aquí.”
La casa de Wedge también estaba cerca, y se conocían desde niños. Ambos fueron entrenados por el abuelo de Lino y entraron en la escuela de caballeros. Wedge también inclinó la cabeza a modo de saludo al entrar en la tienda, agachando su corpulento cuerpo.
“Por dios, si los dos iban a venir, ¿por qué no escriben y nos lo hacen saber?”
“No vine a casa de vacaciones, ¿sabes? Oye, ¿dónde está papá?”
“Creo que está en el taller.”
Siguiendo las indicaciones de su madre, atravesó la sala de estar que daba al escaparate y se asomó al taller, en el otro extremo de la casa, donde encontró a su padre haciendo algún tipo de destilación frente a la chimenea.
“Padre, estoy en casa.”
“Bienvenida de vuelta, Lino. Y Wedge, has vuelto a crecer.” El padre de Lino dejó de trabajar y se levantó, entrecerrando los ojos ante el rostro enérgico de su hija, y luego miró sorprendido a Wedge, que de milagro seguía cabiendo en el taller.
“Tu abuelo está arriba, en el segundo piso. Ve a saludarlo.”
“Sí. Me pasaré más tarde. He venido primero a preguntarte esto, papá, porque sé que me espera una larga charla si voy primero con el abuelo.” Lino sacó entonces unas bolsitas y una botellita de algún tipo de líquido de la bolsa que le había dado Wedge.
“¿Qué es esto?”
“Hoy he venido a casa para que veas qué es esta infusión de productos químicos y hierbas, papá.” De la bolsa sacó varios frascos llenos de líquido, un polvo con infusión de hierbas medicinales y varios otros artículos en polvo y sólidos, y los extendió sobre una mesa de la habitación. Cuando su padre vio los objetos extendidos, primero tomó el frasco con mano cuidadosa y abrió la tapa, oliendo unos momentos y comprobando la textura de las hierbas infundidas, pero poco a poco su rostro se tornó severo.
“Tengo alguna idea de lo que es esto… ¿es por una misión de la Orden?”
“Sí. ¿Sabes lo que es?”
“No puedo asegurarlo sin cerciorarme antes, pero ninguno de estos parece ser productos químicos corrientes. Si necesitas averiguar cómo funcionan, eso va a tomar algún tiempo.”
“Sí. Sí, por favor. Pero que sea lo más pronto posible.”
“Dile a tu madre que voy a estar en el taller por un tiempo, así que por favor tráeme algo de comida. Además, tienes prohibido entrar a la habitación por un tiempo. Parece que algunos de estos medicamentos son prohibidos. Estas medicinas son difíciles de manejar. Díselo a tu madre y a tu abuelo también.”
“Entendido.” Lino asintió. La habilidad de su padre como farmacéutico era de primera clase. Sin intentar exagerar, probablemente fuera uno de los cinco mejores de la capital imperial. Había abierto una tienda en la calle porque odiaba su puesto oficial, pero la corte imperial le había pedido en numerosas ocasiones que se convirtiera en boticario de la corte. Lino nunca había visto a su padre tan serio como ahora. Tras sacarlos a ella y a Wedge de la sala, lino vigiló la espalda de su padre mientras este volvía a entrar en la habitación, e instó a Wedge a que volviera con su madre para transmitirle las palabras de su padre.
Más tarde ese mismo día, el padre de Lino entregó los resultados de su investigación. Los resultados que llegaron, indicaban que todos los medicamentos eran drogas potentes, y que, si se hacían y tomaban ciertos preparados, podían tener el potencial de causar una fuerte reacción con el poder mágico. El efecto se usaba para suprimirlo.
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